viernes, 28 de diciembre de 2018


Paseos estéticos entre posibilidades y perspectivas con el diálogo

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa Ph.D. y
Maritza Crespo Balderrama MSc.  (diciembre, 2018)

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

Cuando paseamos por los conceptos nos encontramos con relaciones y conexiones complejas; mejor aun si provienen de la literatura, la filosofía y la psicoterapia. Pensar y reflexionar distinto es invitar cada vez a un diálogo, como si fuese la primera vez, a preguntar, cuestionar e interpelar críticamente las verdades establecidas, los sentidos convencionales, estereotipos, lugares comunes y prejuicios. Es acercarse a la estética, al arte; un tema de creatividad, imaginación.

Por ejemplo, para comprender la integridad intelectual, nos parece pertinente mencionar al escritor ecuatoriano Leonardo Valencia, que cita a Giorgio Manganelli (1976): “El lenguaje didáctico, orientado a personas que quieren aprender nociones que ignoran, tiende a limitar la gama de los significados y a eliminar los matices, aquel misterioso halo que circunda la palabra”. (El Universo, 11 de diciembre, 2018).

Veamos, otra entrada, que puede significar la diferencia entre “el ser y la nada”, ahora con Goethe: “Trata a un ser humano como es, y seguirá siendo lo que es. Sin embargo, trátalo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que está llamado a ser”. En contextos culturales, sociales y relacionales proclives a la descalificación, la zafiedad y lo abyecto, con actitudes reactivas, autovictimizaciones, pusilanimidad y vulgaridad de moda, puede ser esa mirada apreciativa, la que construya la diferencia que genera futuros impensados, que los crea, con gozo.

O, como nos recuerda el mejor escritor (para nosotros) -lean “Corazón tan blanco”- contemporáneo en lengua española, Javier Marías: “…como venía a señalar Savater en el Capitán Trueno, también nos dio unas cuantas lecciones de ética práctica, aunque muchos de nuestra generación las hayan desaprendido: no se deben dejar pasar las mentiras ni las injusticias ni los abusos ni las opresiones; la amistad debe tenerse en mucho y jamás puede traicionarse; no hay que ensañarse, ni con los malvados, con los cuales cabe ser clemente si se logra derrotarlos; al enemigo hay que ofrecerle salida cuando depone las armas y ya no encierra peligro; y no hay que desesperar, porque siempre habrá una nueva viñeta, salvadora, después de la palabra mágica, “Continuará”, promesa de la felicidad venidera.” (La Zona Fantasma. 9 de abril de 2006)

Reflexionemos con la posición del poeta ecuatoriano Iván Carvajal -lo citamos in extenso por el valor y trascendencia de su aporte-, quien en su artículo “La crítica y la ética” (Diario El Comercio, 1 de enero del 2000) sostiene: “La filosofía es por esencia problemática. Lo que busca del lector es realmente el cuestionamiento de su mundo. La filosofía no consuela. Lo mejor de ella es su fuerza desconstructiva, demoledora…La filosofía es un pensar crítico, una actitud escéptica: la puesta en cuestión de los saberes, de las verdades consagradas…Nietzsche advertía que la filosofía sólo sirve para entristecer y para denunciar las bajas formas de pensar…Las condiciones del trabajo y, más ampliamente, de la vida cotidiana  -la totalidad del ámbito de reproducción de la vida humana- no son razonables ni libres ni justas…Los mecanismos de dominación pueden ser represivos -ejemplos sobran todos los días- o encubiertos, a través de la masificación de los sujetos. La barbarie, bajo múltiples formas de violencia y estupidez, domina la vida. La corrupción y la doble moral dominan la política y la economía…La filosofía se revela necesaria para demostrar los dispositivos de algunos grandes prejuicios, de los fundamentalismos nacionalistas, religiosos o políticos, del cinismo de los campeones del “libre mercado” en el capitalismo tardío y global. Pero también de prejuicios más sutiles: ciertas formas de poder pastoral que día a día instituyen lo moral y lo inmoral, los límites entre el Bien y el Mal, lo “políticamente correcto”… Es necesario cuestionar el relativismo, esa forma perezosa de conformismo dominante, exigiendo criterios razonables para las posiciones asumidas. Cabe destacar la emergencia de formas de acción destinadas a cambiar la vida pública y privada: el profundo cambio social y cultural operado por las mujeres: los movimientos ecologistas, de derechos civiles... La filosofía es necesaria como conducta destinada a establecer una relación razonable con lo diferente: otras culturas, el otro género, otras creencias, la Naturaleza. Para insistir en nuestra posibilidad de metamorfosis... La filosofía es necesaria, aquí y ahora, como actitud crítica frente a las formas de la estupidez más peligrosas para la vida.”

En este blog, hemos ido proponiendo con constancia y de manera consistente, que lo que importa comprender y sostener, no es solamente acerca de los problemas que nos atañen u oprimen, cuanto y como de los recursos y fortalezas que tenemos y contribuimos a movilizar. La pregunta constante, que necesitamos reconocer y entender, además de dar, nuevamente, cada vez otras y nuevas respuestas tentativas, es: ¿qué queremos hacer, y para qué, conjuntamente; distinto?

La necesidad de abrir espacios de diálogo y reflexión en la sociedad ecuatoriana nos permitirá contribuir a generar una vida pública comprometida con el bienestar de todos. Se trata de fomentar la consolidación de una cultura democrática basada en la práctica permanente, consistente y genuina de un diálogo abierto. El diálogo significa abrirse a escuchar a los demás para juntos, comenzar a pensar desde un lugar distinto, cómo coconstruir responsablemente las condiciones que hagan viable el bienestar social. Es un ejercicio colectivo de imaginación y creatividad para resolver conjuntamente los temas importantes de la convivencia ciudadana en un contexto de respeto, reflexión crítica y aportes significativos.

Es conversar sobre lo significativo para generar posibilidades de futuros innovadores. Conversar sin competir por quién gana, aceptando la polifonía social, respetando el disenso y legitimando el derecho a la diversidad y las diferencias; en un contexto así, florecen la creatividad, las coordinaciones sociales, y las innovación productiva. Al conversar reflexivamente se rompe el aislamiento, los prejuicios y el rechazo social, en el diálogo se está con los otros, se crean vínculos relacionales significativos con los otros, se construye algo conjunto que antes no existía para crear nuevas realidades sociales y soluciones generativas a los conflictos existentes. El desafío es crear condiciones para la transformación.

viernes, 14 de diciembre de 2018


Repensar la complejidad, la incertidumbre, el misterio; las palabras por decir, por venir; con un lenguaje de posibilidades distintas, con amor.

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa Ph.D.  y
Maritza Crespo Balderrama MSc. (diciembre, 2018)

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

Dialogar es dejarse tocar y conectarse de y con las palabras de los otros, encontrar dentro de nosotros las palabras inteligentes de los demás, reflexionadas con sensibilidad en la resonancia producida, una vez que nos abrimos (damos la bienvenida) a ser entretejidos relacionalmente por esas palabras transformadoras. Es responder a los diálogos para generar nuevos diálogos. Dialogamos con la pregunta, porque podemos poner todo en pregunta sobre el sentido, para decirnos que todo puede ser distinto.

El otro es un interlocutor, un igual, no una víctima o un enemigo; es un interlocutor con corresponsabilidades en la cocreación de un contexto relacional abierto a la creatividad, la libertad, la imaginación, la alegría. Si me propongo (asumiendo un lugar propio, lo que implicará tener una voz propia) en las relaciones desde una postura de respeto, aceptación y curiosidad invito a que la alteridad, la otredad y la diversidad se manifiesten, ocupen su propio lugar y sean legitimadas por el solo hecho de ser, de existir; sin necesidad de dirigir hacia un consenso. Es el diálogo para reconocer, aceptar y celebrar las diferencias, para crearlas, potenciarlas y generar posibilidades.

Como lo explica Sheila McNamee, las personas son invitadas a nuevas formas de entender las diferencias: de eso se trata el diálogo. Lo significativo es contextualizar las acciones para hacer posible la comprensión de las necesidades de las personas y la coconstrucción de alternativas para solucionarlas. Decidir optar por esta filosofía socioconstruccionista como el lugar desde el que podemos elegir relacionarnos con los demás; para ir a un encuentro (un diálogo con el otro). 

Con la confianza de sumar positivamente, para abrir un nuevo espacio de conversación ética y política, que haga posible el que cada persona, profesional, familia e institución, asuman la parte de responsabilidad que les corresponde en la coconstrucción de estas nuevas ideas y propuestas; que haya la consistencia ética necesaria para encarnar la diferencia positiva. En palabras de Hans-Georg Gadamer: “El mundo es suelo común, no hollado por nadie y reconocido por todos, que une a todos los que hablan entre sí. Todas las formas de la comunidad de vida humana son formas de comunidad lingüística, más aún, hacen lenguaje. Pues el lenguaje es por esencia el lenguaje de la conversación. Sólo adquiere su realidad en la realización del mutuo entendimiento.” (Gadamer, 1977, p. 535).

Estos son procesos de construcción conjunta, con la comunidad; lo hacemos conversando para conectarnos, comprendernos, entendernos y ser relacionalmente las personas que nos gustaría ser con nosotros y con los otros. Como nos invita Harlene Anderson (1999, p. 151): “El objetivo -según Gergen y McNamee- de una exploración de la responsabilidad relacional no es cambiar a una u otra persona defectuosa ni resolver un conflicto. Más bien se trata de ampliar el espectro de las voces -”realidades relacionales”- que son aceptadas en la conversación. Hacerse más responsable, y dar más cuenta de sí (…).”

Es una danza: la dialéctica entre creatividad y libertad, una deconstrucción con irreverencia y respeto a la vez, movilizar recursos propios inéditos con preguntas que generen la propia relación dialógica, gracias a la confianza entre todos los participantes involucrados.

Según Kenneth Gergen (1996, p. 180): Los significados y la identidad nacen en un contexto, partiendo del principio relacional; el yo crece dentro del marco de intercambios y conversaciones en el que estamos insertos y la identidad es el resultado de las narraciones que cada uno de nosotros escribe dentro de tales danzas conversacionales.

Reiteramos, el construccionismo social pone énfasis en las conversaciones, ya que a través del lenguaje y significado, cada ser humano entra en relación con los otros, construyendo de ésta manera su propia identidad o voz interna. Cada idea, cada concepto nace del intercambio social mediado por el lenguaje.

Uno de los desafíos, es enfrentar de manera responsable los prejuicios y los pseudo compromisos -sin ética relacional- que, con mucho cinismo, muestran la careta de las buenas causas solo para beneficiarse de un statu quo opresivo e injusto y para mantener su poder y privilegios. Queremos socializar estas ideas y aportar, desde este lugar, con reflexiones cuya intención es la de estimular el desarrollo de un pensamiento local promoviendo la creatividad para trabajar procesos transformadores significativos y estimulando la imaginación para generar lo que no existe todavía en este contexto, y sin embargo, es tan necesario y urgente. Decir y actuar con templanza y disfrutar del pacer del diálogo, de la vida con los demás.

Porque el valor está en el bienestar del proceso, reflexionando permanentemente de manera crítica sobre nuevas formas de actuar y de ser; donde el hacer sirve para construir futuro. Repensar y reflexionar la complejidad, la incertidumbre, el misterio; las palabras por decir, por venir; con un lenguaje de posibilidades distintas, con amor.

viernes, 30 de noviembre de 2018


Josep Seguí: colaborar con la persona a recuperar su derecho a la palabra

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Dr. Diego Tapia Figueroa Ph.D. y
Maritza Crespo Balderrama MSc (noviembre, 2018)

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)



Josep Seguí es un socioconstruccionista español (visiten su blog); apasionado por el conocimiento, un generoso generador de procesos críticos de reflexión, libre de los dogmatismos en cualesquier ámbito, y sin duda, una buena persona. Compartimos un resumen de sus valiosas respuestas a esta entrevista que le hicimos.

1) Si las prácticas posmodernas (socio construccionismo y prácticas colaborativas y dialógicas-generativas) contribuyen al bienestar de la humanidad, ¿qué se transformaría, qué sería distinto?

JS: Creo que lo que se transformaría en el lenguaje es fundamentalmente que sería más tentativo; menos categórico. El lenguaje solo puede ser relacional porque solo puede tener sentido en el diálogo. No existe un lenguaje monológico; no hay posibilidad de un discurso, de una forma de hablar, individual. Así, la tentatividad se convierte en el eje fundamental del diálogo. Ya no se trata de convencer al otro de nada, sino de intentar abrir nuevas posibilidades para nuevas conversaciones.

Una postura posmoderna, construccionista social y relacional y colaborativa y dialógica no niega la realidad de los problemas sociales en el sentido tradicional. Lo que trata es de buscar nuevos sentidos a esos problemas y, por tanto, nuevas posibilidades. Como he defendido en otros lugares “… la institucionalización del conflicto tiene que ver con la legitimación del Poder. Sin ejercicio del Poder no existe Conflicto” (Seguí, 2016, pág. 228). El conflicto, la violencia, el malestar emocional, la injusticia y así son originados, fundamentados y legitimados por las instituciones y estas son la mayor y mejor expresión de lo social.

La ética solo puede ser concebida como relacional y colectiva; como el cuidado de nosotros mismos. La pregunta ética en esta situación posible es: ¿qué valores se hacen presentes y necesarios justo aquí, justo en este momento? ¿De qué justicia estamos hablando ahora? ¿De qué igualdad? ¿De qué más estamos hablando? ¿Cómo es que nos hacemos estas preguntas? Vivimos en mundos de significados (Bruner, 1990; Gergen, 1994), no de realidades absolutas. Así, no existiría LA ética; más bien las éticas locales y situadas que significan algo para quienes las construyen y las usan.

La terapia es un compendio de todo esto.  Cuantas más voces, mejor; cuantas más historias, narraciones y conversaciones, más terapia. Sería una terapia de la intención, el sentido y la acción (Seguí, 2015). Intención, sentido y acción que ayuden a la recuperación de la palabra arrebatada por las instituciones. Ninguno de los conocidos como “problemas”, “trastornos” o “enfermedades” mentales tienen su base en lo bioquímico, si no en lo relacional. Se produce un deterioro de lo relacional en cuanto que se prohíbe a la persona decir según qué, se le roba la palabra, como digo.

Todas las personas, en mayor o menor medida, padecemos a lo largo de nuestras vidas esos robos de la palabra. Y todas y todos tenemos recursos sociales y culturales para recuperarla. Cuando somos jóvenes nos quitan la palabra porque somos jóvenes. Si somos mujeres porque somos mujeres. Si somos hijos por eso. Y si somos viejos por eso también. Y así sucesivamente. Pero siempre hay otros lugares a los que ir para recuperar nuestra palabra de jóvenes, mujeres, hijos, viejos o ve a saber qué. El asunto es que a veces no somos capaces de encontrar los lugares de recuperación de la palabra y necesitamos ayuda (Seguí y Olivé, 2015, pág. 57).  La función del terapeuta sería, entonces, colaborar con la persona en apuros emocionales a recuperar su derecho a la palabra mediante los recursos oportunos. ¿Dónde están esos recursos? Justamente en lo histórico/cultural.

La polivocalidad, inspirada por el semiólogo ruso Mijaíl Bakhtin (1934-1941).  La polivocalidad nos invita y nos conduce a hacer presentes todas las voces como portadoras, precisamente, de historia y cultura. Historia y cultura que ya no son lineales; son rizomáticas (Deleuze y Guattari, 1988). Aparecen y desaparecen a gusto del consumidor; pero también según sus necesidades. Si necesitamos un futuro responsable las voces se harán presentes.

2) ¿Si pudieses elegir 3 aportes de personas importantes y significativos del campo socio construccionista y de las prácticas colaborativas y dialógicas, cuáles serían y por qué razones?

JS: De Gergen me ha atraído siempre su aporte acerca del multi-ser relacional.  Esta idea de la hipersaturación -y consecuente destrucción- del Self, de la identidad monolítica individual, es un gran paso hacia el reconocimiento de la polivocalidad histórico/social y, por tanto- personal que acabo de reivindicar como posibilidad para una construcción responsable del futuro. Ya no somos actores románticos individuales a merced de ideales supremos y trascendentes -o no tanto; como sí que lo seríamos en el actual sistema individualista salvajemente capitalista-. Somos conglomerados multi-identitarios colectivamente relacionados y coordinados. El propio Ken aporta una interesante reflexión sobre lo que él llama “La Tercera Cultura” (2011); es decir, ni la tuya ni la mía, sino una nueva extrañamente entrelazada entre el mí y el otro; entre “mi” comunidad (que no es mía) y “tu” comunidad (que tampoco es tuya).  ¿Qué hacemos con esto? ¿Cómo lo hacemos? Como el propio Ken dice, estas preguntas están seguramente mal planteadas. El asunto sería: ¿qué es lo que NO estamos haciendo?

Harlene Anderson, "being collaborative is a political statement" (“Ser colaborativo es una declaración política "). El uso de la palabra queda a la disposición y también bajo la responsabilidad de quien habla, quien consulta, por ejemplo en terapia. Ya no hay un terapeuta, maestro, experto o gurú que dice a los demás lo que tienen que hacer para vivir una vida digna; es la propia persona quien se responsabiliza de una vida colectiva.

Si Sheila McNamee: El aporte de la presencia radical implica un modo de estar en terapia (y no solo en terapia) diferente a todo lo que estábamos acostumbrados hasta la aparición de las primeras ideas construccionistas. La presencia radical significa siempre, en cualquier momento y lugar, seas quien seas y hagas lo que hagas.  La colaboración es incondicional, radical en palabras de Sheila. No es cuando se puede o cuando se requiere. Es siempre. Radicalmente siempre. Es una actitud que se hace presente constantemente con el otro. Con el otro…

Withness…Me permito tocar solo de pasada este cuarto aporte de John Shotter (ver, por ejemplo, 2012). Tiene que ver con el concepto witness (testigo, observador). Desde la propuesta de Shotter, aquí no se es un observador externo de nada. Se es con el otro; se habla con el otro; se hace con el otro,… Las fronteras entre el mí y el otro quedan diluidas y fundamentan esa presencia radical en el nosotros.

viernes, 16 de noviembre de 2018


Sylvia London: “Hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos”

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

PhD. Diego Tapia Figueroa y
MSc. Maritza Crespo Balderrama (noviembre, 2018)

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

Las ocasiones en las que hemos tenido el gusto y el privilegio de estar presentes en los procesos reflexivos abiertos por Sylvia London (en el ISI: Instituto Internacional de Verano), en México, que ella coordina con Harlene Anderson, y también en Congresos Internacionales) hemos podido apreciar la versatilidad, riqueza y complejidad de sus perspectivas.


Ella invita a un proceso de diálogo inteligente en el que consultante o cliente, terapeuta y equipo se involucran en unas relaciones de respeto y curiosidad capaces de generar nuevas comprensiones y posibilidades entre todos los participantes; un proceso de descubrimientos positivos de recursos y fortalezas.

Las reflexiones que moviliza Sylvia London con sus preguntas tentativas, siembran conexiones significativas en los contextos relevantes de quienes conversan; es un entretejer relacional que permite conectarse unos con otros para resolver pragmáticamente lo que las personas necesitan.

Esta capacidad para ocuparse con sentido pragmático del estar juntos en el mundo es uno de sus aportes más trascendentes y con mayores consecuencias en el diseño de futuros alternativos.

Algunas de las reflexiones que nos han sido de gran utilidad en nuestro propio trabajo como terapeutas, docentes y supervisores, por ejemplo:

Darles libertad a los propios pensamientos, para darle libertad a la conversación.

Responsabilidad relacional: al elegir lo que elijo decir, asumo la responsabilidad de cuidarme, y cuidar al otro. Decir, de manera pertinente y adecuada al contexto.

Nuestras expresiones son ofrecimientos sociales para participar en los vínculos con los otros.

Cuando la expresión sucede en presencia del otro, se convierte en actividad-acción social.

Hacer terapia, es aprender a estar con otros, y es difícil hacerlo cuando nos sentimos incómodos con el lugar en el que estamos.

¿Cómo genero espacios, que sean cómodos, para mí, y para el otro?

El Equipo Reflexivo, remite a la imagen de un prisma, más que la de un espejo.
1. Dejar entrar
2. Dejar ser-estar (refractar-prisma)
3. Dejar salir (sale transformado)

Todo lo que escuchamos, antes de que salga, pasa por lo que nosotros somos.

Mis preguntas van a estar informadas por tu experiencia, no por mi bagaje teórico.

La Supervisión con Equipo Reflexivo: Potencia la congruencia entre comprensión y reflexión crítica que aporta a generar lo nuevo.

Tenemos que ser mucho más responsables en las cosas que hacemos, en las cosas que decimos.

¿Cómo puedo entrar en la conversación de un modo diferente?

Son procesos reflexivos con los que Sylvia aporta con generosidad y nobleza, son espacios para la expansión de nuestros propios recursos y fortalezas relacionales y la transformación de nuestros contextos sociales, culturales, humanos. Nos acompaña como un recurso de gran potencia creativa esta frase-concepto-filosofía suya: “Hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos”.

En entrevista realizada en el contexto del PhD (2017), con Sylvia London, ella sostiene:

Las prácticas colaborativas y dialógicas invitan a todas las personas a reflexionar acerca de su identidad, sus relaciones y el mundo que construimos en conjunto a través del diálogo. El impacto que ésta postura filosófica y éstas prácticas pueden tener en la construcción de sociedades de cuidado mutuo es ilimitado. No me refiero a hablar de las prácticas me refiero a la práctica que genera una postura filosófica que se deriva de la curiosidad, el interés por el otro, y la creencia que todos podemos aprender de todos. Todos los seres humanos tenemos algo que compartir que en el proceso de hablar y escuchar vamos a aprender y transformarnos en comunidad.

Para mí, el espacio más relevante para la implementación del cambio social que éstas prácticas pueden generar es en contextos de crianza, trabajando con los adultos (padres y maestros) que a través de las relaciones y el uso del lenguaje pueden generar en la educación y formación de ciudadanos interesados en el bienestar compartido.

El camino viable que veo, y es el que he utilizado en mi práctica consiste en aprovechar las demandas existentes de solución de problemas en contextos educativos, familiares y laborales para aproximarse en las relaciones desde una postura filosófica que privilegia la construcción compartida de conocimiento, desde el respeto, la curiosidad y el interés. Independientemente del tema.  A través de las conversaciones y relaciones se generan resultados que llevan a las instituciones a interesarse por conocer y aprender la metodología de trabajo que generó los resultados deseados. Es a través de la solución exitosa de problemas existentes que se genera la curiosidad por la postura filosófica y el interés por desarrollar mejores habilidades de diálogo.

domingo, 4 de noviembre de 2018


El buen humor como recurso en la terapia -Procesos relacionales (con preguntas generadoras) distintos para terapeutas que buscan salir de sus certezas rutinarias (parte III)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa Ph. D. y
Maritza Crespo Balderrama MSc. 
(noviembre, 2018)

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)



Quien acudió a terapia y en algún momento reflexiona acerca de qué le aportó el hacerlo, en qué notó su utilidad y cómo sintió que se transformaron: su perspectiva, discursos y prácticas relacionales; suele mencionar como un punto del salto cualitativo en su proceso terapéutico, el haber podido dialogar y reír con su interlocutor (el terapeuta), el mirar con humor la complejidad, la incertidumbre y la fragilidad humana.

Es más, de las evaluaciones sobre terapias exitosas, los testimonios mencionan que sintieron y supieron que habían atravesado sus dilemas, que el proceso había concluido de forma satisfactoria, cuando fueron capaces de reírse de sí mismos (sin crueldad ni actitudes autodestructivas) y reírse con los terapeutas (disfrutando, sin culpa y sin miedo).

El buen humor es un estado de alegría o satisfacción. La tendencia a ver el lado cómico o ridículo de las cosas. La capacidad de desdramatizar (sin banalizar), a través de la creatividad inteligente, que hace sonreír, sin humillar a nadie. Como experimentamos, sentimos, aprendemos y sabemos, la alegría es una aprobación de la existencia. Ya lo hemos mencionado a lo largo de los años: reírse de uno mismo significa salir de las convenciones esclavizantes, las pomposidades moralizantes, y la tontería estereotipada, de la rutina que nos oprime. No hablamos del falso buen humor, que presenta una pseudo máscara (“todo bien”), que es hipócrita apariencia de felicidad, que evade lo significativo y que es irresponsable y negligente con las relaciones.

Decir humor es decir alegría, que es como una satisfacción momentánea de todo el ser: un asentimiento a uno mismo y al mundo. La alegría es el paso a una realidad superior, o, mejor, a un grado superior de realidad. Regocijarse es existir más: la alegría es el sentimiento que acompaña en nosotros a una expansión, o una intensificación, de nuestra potencia de existir y de obrar.  

El buen humor es antagónico de cualesquier tipo de vulgaridad, de la supuesta “objetividad y neutralidad” y de los prejuicios (“esa forma de no pensamiento, que son los prejuicios”, decía el filósofo Ludwig Wittgenstein). La alegría es la experiencia que asertivamente acepta la incertidumbre, el placer y el dolor, la muerte y la vida.

El humor es inteligente; es una apertura al placer de ser más y mejor. El buen humor convoca lo mejor de sí mismo y de los otros. Nos permite enfrentar nuestras angustias, para superarlas. Quien lo tiene, no se burla ni humilla a nadie. Sonreír, reír con los demás. Como los niños: que saben reír con todo el cuerpo, a plenitud; con espontaneidad vital. Se trata de generar el máximo de alegría, con el mínimo costo.  

¿Qué es la alegría, el buen humor? Un “sí” espontáneo a la vida que nos brota de dentro, a veces cuando menos lo esperamos. Un “sí” a lo que somos, o mejor, a lo que sentimos ser. Es la aceptación de uno mismo y de los otros, que te da paz, serenidad para generar conjuntamente (con) significados otros, distintos.

Pensar la terapia como un lugar para encontrarse y reconciliarse con el derecho a reír, ironizar con criterio, reflexionar críticamente a través del humor inteligente significa también confiar en el proceso del diálogo y en las relaciones. Es coconstruir un nuevo contexto para mirar distinto las propias experiencias (dándoles otros significados) y comenzar a desanudar los nudos relacionales que provocan estancamiento, opresión, explotación o agresión.

Los terapeutas que utilizan (insistimos: con criterio, en el momento oportuno, en el contexto adecuado, y a favor del proceso de los consultantes) el buen humor como un recurso terapéutico, lo hacen desde esta postura de curiosidad, respeto, creatividad y aceptación. Ser capaces de contagiar esa postura de buen humor, es un acto de grandeza espiritual, de generosidad humana y de democratización del espacio dialógico. Dos o más interlocutores, que comparten con espontaneidad y autenticidad la capacidad de sonreír con respeto se transforman conjuntamente, rompen las rutinas y donan mutuamente (relacionalmente) lo mejor de sí mismos; lo que podrían ser, para ser como les gustaría -en plenitud- y disfrutarlo con los demás.

Al ser creativos se moviliza el buen humor, que significa dar importancia a la creación conjunta de una atmósfera de diálogo comprometido, de aceptación y bienestar, un clima relacional de reconocimiento y legitimación mutuas, antes que a la rígida imposición de reglas, normas y protocolos. Necesitamos coconstruir templanza, que es amistad inteligente con lo que nos hace disfrutar. El buen humor en la terapia conlleva, además de dialogar desde la complejidad, la capacidad y creatividad para movilizar recursos propios de los consultantes, y confianza en esos recursos.

El humor se genera con creatividad (libertad, imaginación e inteligencia) y significa también: a) compartir con responsabilidad; b) respeto en el encuentro con el interlocutor; c) preguntas, sobre todo preguntas, que nos interpelan y nos invitan a habitar las palabras, habitar las acciones.


viernes, 19 de octubre de 2018


Procesos relacionales (con preguntas generadoras) distintos para terapeutas que buscan salir de sus certezas rutinarias (parte II)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa Ph.D. y
Maritza Crespo Balderrama MSc. 
(octubre, 2018)

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

¿Cómo hacer, qué hacer diferente en la terapia, para no aburrir a los consultantes y a nosotros también, con las cansinas repeticiones de “más de lo mismo”? ¿Cómo logramos generar conjuntamente diálogos creativos?

Es frecuente escuchar en las sesiones de terapia, especialmente al inicio, la fatiga con la que muchos consultantes llegan y cómo expresan su escepticismo, cansancio, desgaste y desesperanza, imaginando que se encontrarán con otra convencional terapia de arqueología instrapsíquica, diagnósticos patologizantes y etiquetas psicológicas; o, también, con consejos descalificadores, sermones moralizantes y un extenso deber ser de supuesta perfección.

Como ya lo hemos mencionado en otras ocasiones, de diferentes maneras, el desafío sigue siendo cocrear un contexto horizontal, democrático, participativo e inclusivo en el que es posible cuestionar, con criterio, las formas jerárquicas de la cultura dominante, valorizando y reconociendo las necesidades humanas de los participantes, antes que los objetivos burocráticos estandarizados.

Las prácticas, se pueden ver y entender de distintas maneras, se las puede asimilar y dar nuevos significados en las relaciones con los otros. Lo significativo es contextualizar las acciones para hacer posible la comprensión de las necesidades de las familias, comunidades y de los profesionales y la coconstrucción de alternativas para solucionarlas. Alternativas que se coordinan en un proceso conjunto entre todos los participantes.

Para organizar la conversación podríamos hacer estas 3 preguntas iniciales:

  • ¿Cuál es el contexto del diálogo? 
  • ¿Quiénes somos nosotros en este diálogo? 
  • ¿Cuál es el proyecto que podemos y queremos compartir?


¿Cómo es la secuencia del proceso? (basado en Dora Fried Schnitman, 2017):

Construir una base para que el/los consultante/s se comprometa/n. Los mejores resultados surgen cuando existe una relación, un vínculo sólido basado en la confianza y seguridad entre la familia y el operador.

Apoyar a que el/los consultante/s imagine/n qué dirección prefiere/n darle a su vida. Nuestro trabajo con el consultante puede realzarse significativamente cuando se organiza alrededor de una visión de las posibilidades. El desarrollo de una visión proactiva se convierte en un proceso que despierta la esperanza en un futuro mejor.

Apoyar al/los consultante/s a identificar elementos que restringen y/o sostienen la dirección que prefiere/n darle a su vida. A medida que van emergiendo estos elementos que restringen y sostienen, empezamos a verlos como entidades externalizadas y a la gente como formando parte de una relación con ellos que está en constante devenir y es modificable.

Apoyar al consultante a cambiar su relación con elementos que restringen y/o a realzar la relación con los que sostienen, para así poder “asumir” la vida que prefiere vivir.

Apoyar al consultante a desarrollar comunidades que apoyen la puesta en acción de la vida que prefiere vivir. Así, el trabajo puede centrarse en ayudar al consultante a identificar, utilizar y sostener esta comunidad de aliados para darle continuidad a las transformaciones.

El Proceso Colaborativo (basado en Harlene Anderson, 2017): 

Parte de los valores y principios que caracterizan a estos servicios centrados en las fortalezas y recursos de la familia:

  • Tener curiosidad cultural y honrar la sabiduría de la familia;
  • Creer en posibilidades y centrarse en los recursos de la familia para salir adelante, contribuyendo a movilizar su resiliencia;
  • Desarrollar un trabajo conjunto y adaptar el servicio-proceso a las familias;
  • Activar prácticas de empoderamiento y tomar responsabilidad por nuestro trabajo con las familias.

Es importante sostener una reflexión (poner en conversación) que es capaz de interpelar las certezas teóricas y prácticas de los terapeutas, que tienden a homogenizar y son funcionales al control social, el conformismo imperante y la domesticación de las subjetividades. Que este cuestionamiento (este continuo interrogarse y discernir) genere sentidos nuevos para este encuentro dialógico distinto con un propósito transformador.

viernes, 5 de octubre de 2018


Procesos relacionales (con preguntas generadoras) distintos para terapeutas que buscan salir de sus certezas rutinarias (parte I)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa PhD.y
Maritza Crespo Balderrama MSc (octubre, 2018)
Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)




Los encuentros de formación o capacitación con profesionales de la psicoterapia en ciertos contextos de la sociedad ecuatoriana muestran situaciones complejas, contradictorias y paradojales, que proponemos discutir, en esta primera parte, para buscar alternativas que favorezcan a las personas con las que trabajan. Por ejemplo:

a) son profesionales, que aunque suelen consideran que el resto de personas “debería” acudir a alguna terapia, ellos mismos no lo hacen; no demuestran interés en hacer procesos terapéuticos constantes, como necesaria forma de autocuidado y de ética profesional; 
b) tampoco buscan espacios de supervisión o intervisión clínica; el poder contar con un lugar para dialogar sobre el ser del terapeuta: ¿qué está pasando con el asesor, facilitador, orientador, trabajador social, terapeuta y equipo en cada proceso e historia?; 
c) muchos trabajan en plan de solitarios “salvadores”; no buscan propiciar la construcción de redes de apoyo -para sí mismos- familiares, profesionales, institucionales; 
d) no están interesados ni curiosos por actualizarse profesionalmente: se estancan en los dogmas modernistas aprendidos y desde allí, en plan omnipotente, quieren enseñar a vivir a los demás. Se anclan en recetarios y en un “deber ser” opresivo y nada útil. Temen y denostan las reflexiones críticas y autocríticas sobre sus propias certezas teóricas y prácticas, mirándolas como un ataque personal, que amenaza su identidad.

El resultado de estas maneras de llevar su práctica profesional es, con frecuencia, el que muchos se “queman”, se fabrican una cómoda coraza de cinismo o indiferencia para seguir con sus desgastantes rutinas, hechas de respuestas estereotipadas, lugares comunes y prejuicios encubiertos en una ideología psicológica positivista. Tienen todas las respuestas -del experto- a una complejidad que no comprenden ni respetan.

Para dar inicio a un procedo diferente y continuo, de diálogos conversacionales transformadores, para comprometernos conjuntamente, en la generación de un contexto de bienestar humano y profesional, real y consistente, puede ser útil moverse de ese estado de comodidad, más interesado en mantener poder y privilegios, que en generar procesos dialógicos transformadores (que es otra manera de entender la psicoterapia).

Las opciones podrían ser, el comenzar a invitarlos a participar, aportando de forma significativa, con sus conocimientos, experiencias, reflexiones, para cambiar su cosmovisión y coconstruir (con los consultantes, colegas, redes) y generar un nuevo espacio de encuentros, que sea enriquecedor relacionalmente, en lo personal, familiar, laboral, y humano.

Como una invitación sincera y abierta, para comprometernos conjuntamente, de forma consciente y responsable en un nuevo estilo de relacionarnos en el trabajo, para dar lo mejor de cada uno, y aprender, sin prejuicios, de lo mejor de los demás. Para aprender a conversar con la pregunta, aprender a escuchar profundo, con genuino interés humano, sin interrumpir; les invitamos a preguntar para comprender y ofrecer un espacio de reflexión significativo, para la expresión libre y abierta de las múltiples voces presentes en cada encuentro.

Preguntas Generadoras del Proceso
¿Para qué estamos aquí? ¿Estoy aquí, por…? Interesa saber la razón particular por la que cada uno está aquí.

¿Qué tendría que pasar para que cuando termine esto, te sientas satisfecho/a?

¿Cómo puedes aportar, de forma significativa, para que lo que suceda aquí, sea lo que esperas, y lo que te gustaría?
¿Cómo proponer un lenguaje con el que invitamos al otro a sentirse involucrado?

¿Cómo invitamos a una persona a entablar una relación?

¿Cómo comenzar esta conversación para construir algo significativo?

¿Cómo miramos, escuchamos, y respondemos?

¿Qué diálogos internos estabas teniendo mientras me escuchabas?

¿Puedes pensar un momento de aprendizaje, una reflexión distinta, que te vas a llevar de este encuentro?
De nuestras preguntas iniciales: ¿siguen allí; se han transformado; hay algo que quieres retomar?

¿Cómo ven una comunidad en la que todos nos sentimos comprendidos e incluidos?

Reflexión sobre lo vivido: ¿Qué te llevas de útil de aquí?


Partimos de la confianza en que existen recursos propios, valiosos y respetables en todos los integrantes de la conversación. Confiamos, en que el trabajo puede ser una experiencia que tenga sentido y que amplié, con creatividad, imaginación y generosidad, el sentido de nuestras propias vidas.

Es dar la bienvenida a este nuevo desafío, para comprometernos y crecer conjuntamente, transformarnos positivamente, reconociendo y valorando nuestras fortalezas, y abriendo las posibilidades a todo lo que necesita ser distinto, para disfrutar con pasión, creatividad, inteligencia y ética relacional, de lo que hacemos conjuntamente con los otros, se llame terapia o vida compartida.       

viernes, 21 de septiembre de 2018


El  diálogo en la construcción de la ética relacional
Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Dr. Diego Tapia Figueroa y MSc. Maritza Crespo Balderrama (septiembre, 2018)

“Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne (trad. en 2007, p.588)

El diálogo significa que dos personas están interconectadas. Es mirar el campo relacional que se organiza cuando uno está vinculado al otro, porque en la medida en que nos conectamos se generan nuevos aspectos para la compresión, se producen nexos para desarrollar nuevas formas de colaboración. Es en este espacio y contexto relacional, con un nivel reflexivo, en donde las palabras de uno de los interlocutores cobran sentido por la relación-conexión que establecen con las palabras del otro interlocutor.

El lenguaje es lo que nos permite ser y nos construye; es en el diálogo vivo que la vida habla. Al relacionarnos dialógicamente nos construimos socialmente. Solo el diálogo abre las posibilidades de encontrarse, respetuosamente, con la diversidad y de que el otro sea un genuino interlocutor porque es en esta acción con los otros -el diálogo- que el ser existe.
Sheila McNamee en una entrevista en la Universidad de Manizales en Colombia comenta:

Diálogo, desde el construccionismo social, es usado como asociado siempre con transformación social generativa, no conectaríamos el diálogo a algo que no sea generativo o de abrir posibilidades (…) Creamos un espacio donde la gente pueda poner realmente atención a las maneras en que ellos están creando juntos y entendiendo; y, también, que creamos un espacio en el que la gente pueda curiosear acerca de las diferencias. Eso no quiere decir que el diálogo resuelva el problema o que las personas lleguen a acuerdos, sino que las personas son invitadas a nuevas formas de entender las diferencias: y eso, es realmente de lo que se trata el diálogo. (2012).

La coordinación, a través de diálogo generativo, de procesos que posibilitan relaciones participativas, inclusivas y colaborativas implica una actitud fundamentalmente proactiva; reconoce y estimula las capacidades de los participantes y afronta la complejidad de los diferentes contextos culturales, locales, con un sentido de esperanza.  El diálogo, es una pregunta sobre lo nuevo; significa que es profundamente creativo y moviliza los recursos de los consultantes promoviendo, desde la curiosidad, un sentido de innovación y exploración productiva, para entender las diferencias.

Porque la cuestión sigue siendo: ¿Qué estamos creando juntos, para generar las posibilidades de un presente con las condiciones relacionales éticas y políticas, que signifiquen equidad, justicia, responsabilidad, dignidad? ¿Cómo nos conectamos a través del diálogo, para crear posibilidades de futuros distintos, respetuosos de los derechos humanos y de los compromisos sociales y relacionales de sus participantes? La reflexión demanda pasar siempre por el discurso crítico y la memoria generativa.

Frente a la homologación contemporánea, el conformismo imperante y la complaciente repetición de lugares comunes, lo realmente importante es proponer conversaciones reflexivas sobre aquello que las personas, en su cultura, consideran como necesario, bueno y válido; reivindicar la legitimidad de lo distinto, de que estos mundos, desconocidos y extraños, nos enriquecen, siempre y cuando seamos capaces de poner nombre a las dificultades, contradicciones, antagonismos, sin temer que el diálogo (que no es para forzar acuerdos) profundice la alteridad, a la vez que es la única posibilidad de legitimación de esos mundos distintos; mundos que se reconocen y comparten un proceso de conocimientos y aprendizajes que los recrean, les dan consistencia, y les permiten tener vida propia.

En la sociedad contemporánea, que ha devaluado la palabra a puro exhibicionismo, a puro marketing, a instrumentalización, cuando no a la queja victimista o a la culpabilización chantajista e irresponsable, el tipo de diálogo transformador llamado terapia es, en sí mismo, por la complejidad del proceso de interpelar lo no dicho, profundamente político y ético; es más, el diálogo en estos contextos, al generar la construcción conjunta de significados y la pragmática social necesaria para transformar las condiciones sociales y los contextos relacionales, es en sí mismo, como proceso dialógico, un proceso transformador, que nos permita co-construir una vida que merezca ser vivida con alegría.