domingo, 26 de enero de 2020

CON GUSTO LES INVITAMOS A SEGUIRNOS EN NUESTRA NUEVA PÁGINA WEB

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EN DONDE ENCONTRARÁN CONTENIDOS VINCULADOS CON SOCIOCONSTRUCCIONISMO, PSICOTERAPIA, ARTE Y LITERATURA Y NOTICIAS SOBRE LOS EVENTOS Y CURSOS DE LOS QUE FORMAMOS PARTE...
LOS ESPERAMOS.

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domingo, 15 de diciembre de 2019


Amigos y colegas de IRYSE:
Estamos construyendo un nuevo espacio (iryse.org) para continuar con los diálogos relacionales, que propusimos desde hace dos años.
Nuestra nueva página web incluye la sección de arte y literatura.
Además, publicamos el artículo de hoy, viernes 13 de diciembre, “La Conversación, Caminando Juntos”; y, la fotografía.
Confiamos, que estas ideas y perspectivas propuestas desde el construccionismo social, sean un aporte útil en nuestro contexto local y en la sociedad, para abrir conversaciones y posibilidades relacionales creativas, distintas.
Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y Maritza Crespo Balderrama, M.A.


Nota para nuestros seguidores: los invitamos a suscribirse a nuestra nueva página web: http://iryse.org/ 

viernes, 29 de noviembre de 2019


Coterapia, trabajo colaborativo de los terapeutas
Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

                       Maritza Crespo Balderrama, M.A. y Diego Tapia Figueroa, Ph.D.  
(noviembre, 2019)


“Nunca sé, cuando comienzo un trabajo, qué pensaré al concluirlo. Cuando escribo, lo hago sobre todo para cambiarme a mí mismo y no pensar lo mismo que antes”.
(Michel Foucault)


A propósito de nuestra ponencia: “El construccionismo social como posibilidad de transformaciones creativas en un proceso de coterapia”, presentada en el II Congreso Internacional de Psicología y Desarrollo Humano, en la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE-Quito, 22 de noviembre 2019).

Nuestra principal forma de “hacer” coterapia es el diálogo, que permite contextualizar el significado, comprender, e invita a reflexionar sobre ¿Cómo traer nuestros recursos al diálogo que tiene un propósito transformador? Es la misma forma de “hacer” investigación, que practicamos.

A lo largo de estos años de diálogo reflexivo, que en muchos de los casos se ha visto reflejado en las entregas de este blog, hemos podido constatar que la terapia es una forma de transformación relacional. Desde la pragmática reflexiva del construccionismo social, ponemos el foco en la relación existente entre nosotros (con los consultantes y entre los terapeutas). En el “CON”, que se entreteje relacionalmente.

Estas perspectivas investigativas y coterapéuticas, están enfocadas a lo que pasa “entre” las personas, porque es allí donde surgen los procesos relacionales (Harlene Anderson, 2016). Esta postura filosófica se vuelve una filosofía de vida. Una visión del mundo que no separa lo profesional de lo personal, se convierte en una forma de “ser con los otros”.

Postura y perspectiva socioconstruccionista para la psicoterapia


  • La curiosidad -para comprender y conectarse-;
  • El respeto que dignifica y legitima;
  • Aceptación (respeto de su ser);
  • Confianza en las relaciones, en el diálogo, en el proceso conversacional;
  • El diálogo reflexivo con preguntas significativas;
  • La escucha profunda y la comprensión;
  • Una sensibilidad fina y una conexión relacional;
  • Reconocer y legitimar las diferencias;
  • Dejar la posición del experto, la jerarquía, el deber ser
  • Creatividad e imaginación;
  • Buen humor.


Reconocemos la importancia de invitar y ofrecer el espacio para la expresión de múltiples voces y para preguntarnos cómo podemos promover la participación de otras voces, de todas las voces presentes.

Desde estas perspectivas la construcción y propuesta de un espacio coterapeutico, se convierte en una fuente de inspiración y aprendizaje generativo y colaborativo, tanto para los consultantes que aceptan (con curiosidad al inicio y al final con agradecimiento) la propuesta de trabajar sus procesos de terapia con dos profesionales, como para los mismos terapeutas, que tienen la posibilidad de compartir y aprender con su colega.

En la práctica clínica, la coterapia, al menos en el Ecuador, constituye, fundamentalmente, un momento previo a la implementación del trabajo profesional clínico.  En las universidades que forman a psicólogos y psicólogas ecuatorianos, se incluyen algunos espacios de práctica preprofesional en la que los estudiantes hacen “coterapia” con sus profesores y tutores.  En estos momentos pre profesionales, es el tutor el que hace las veces de terapeuta, mientras los estudiantes que lo acompañan se limitan a escuchar, mirar y “aprender” de lo que el experto hace y dice a sus “pacientes”.  La consulta terapéutica se convierte, entonces, en oportunidad para que el experto (profesor) muestre al aprendiz (estudiante) como se hacen “bien” las cosas, como “se debe hacer”.

En otros casos, el estudiante “hace las veces” de terapeuta, mientras el profesor permanece a un lado, escuchando, mirando y, claro, evaluando, lo que el aprendiz pone en práctica en la sesión, a manera de agente externo o de observador pasivo.  Posteriormente le hará los comentarios “pedagógicos” pertinentes para mejorar su aprendizaje desde el modelo terapéutico que sea de preferencia para la institución o para el docente.

Tanto en uno como en otro ejemplo, vemos que la oportunidad de trabajar en coterapia se ha, como mínimo, desperdiciado.  Desde nuestra práctica clínica en coterapia, las ventajas no solo son, como lo hemos comentado, beneficiosas para los y las consultantes, sino, también, para los propios terapeutas.

¿Cómo nos proponemos para la coterapia?

El espacio coterapéutico implica un reto vinculado con la ruptura de la tradición en psicoterapia.  Se trata de reconocerse con los propios recursos y las propias vulnerabilidades. Y, al mismo tiempo, tener confianza en el otro, en sus recursos y en sus capacidades, que están a favor del proceso de transformación de los consultantes.  La honestidad intelectual, profesional y humana es una de las constantes. Honestidad intelectual para reconocer que el otro, el colega, puede aportar con su conocimiento al tuyo y al consultante; honestidad profesional para evitar la competencia, prevenir la lucha de poder y promover la colaboración; y, honestidad humana para valorar la voz del otro, que aporta, desde su experiencia y respeto por la diferencia, en la construcción de diálogos ricos en significados y sentidos.

La práctica coterapéutica es, entonces, el espacio para el diálogo y aprendizaje colaborativo, y para el trabajo en conjunto -terapeutas y consultantes- en un proceso conversacional que nos transforma a todos, en cada encuentro, cada vez.

Nos acercamos a la sesión terapéutica con alegría, porque estamos seguros de que es una oportunidad privilegiada y única para un aprendizaje conjunto y para aportar al otro; nos planteamos como interlocutores de los consultantes, como anfitriones para iniciar un diálogo desde la curiosidad, la aceptación y el respeto por quien viene a narrarnos sus historias y también por el colega con el que tenemos el privilegio de compartir.

Tenemos curiosidad por las palabras de nuestro consultante y también por lo que nuestro colega puede aportar de distinto al diálogo, por comprender y aprender de las fortalezas que movilizará, creativamente, durante la cada sesión.

¿Cómo llevamos el proceso coterapéutico durante la sesión?

(Ver en este blog, en detalle, la descripción de nuestro estilo de procesos psicoterapéuticos socioconstruccionistas: “Inicio, desarrollo y cierre de procesos terapéuticos”: viernes, 22 de febrero de 2019; viernes, 8 de marzo de 2019; viernes, 22 de marzo de 2019; viernes, 5 de abril de 2019)

Más que plantear el punteo de lo que implican los 50 minutos de terapia, quisiéramos compartir cómo se da el proceso dialógico entre los coterapeutas y los consultantes.

El diálogo suele iniciarse con preguntas que buscan darle espacio a quien viene a la consulta, se prioriza la palabra del consultante y se motiva su participación activa. Para organizar la conversación podemos hacernos estas 3 preguntas iniciales (válidas también cuando realizamos investigación relacional dialógica): a. ¿Cuál es el contexto del diálogo? b. ¿Quiénes somos nosotros en este diálogo? c. ¿Cuál es el proyecto que podemos y queremos compartir?

Las preguntas que se plantean son para el consultante, pero también para el colega terapeuta, generan sentidos que llaman a la participación activa de quienes forman parte de la sesión. 

Nos preguntamos todos, en conjunto, sobre lo que va surgiendo en el diálogo, no planteamos respuestas únicas e inamovibles, sino que abrimos posibilidades, opciones, caminos distintos.  Mientras más voces (internas y externas) en terapia, será más variada y creativa la coconstrucción de nuevos significados y posibilidades.

A veces tenemos percepciones diferentes, y planteamos nuestras diferentes opiniones sin reservas ni temores, con respeto; lo expresamos abiertamente, obviamente, si es pertinente al proceso y beneficia al proceso de los consultantes.  Podemos disentir porque no es posible, para quienes vivimos en sociedad y en la cultura, estar siempre de acuerdo, sería aburrido; y lo hacemos en público, delante y sin ocultarnos de nuestros consultantes, porque se puede hacerlo sin hacer ruido, sin lastimar al otro, recogiendo la diversidad y aprendiendo de la opinión, la voz, de la perspectiva y de la experiencia distinta, que nos enriquece a todos los participantes del diálogo.

Conversamos, pero no es una charla inocua, se trata de una conversación que genera interrogantes, sentidos y propuestas, un diálogo profundo, abierto y alegre. En una coconstrucciòn conjunta de nuevos significados.

En la terapia nos permitimos, como terapeutas (contribuyendo a crear el espacio de confianza, seguridad, aceptación y respeto) conmovernos, con lo que nos narran los consultantes, con lo que a ellos les conmueve, y también con lo que nuestro colega quiere compartir.  No tememos vernos vulnerables, de ser el caso, porque nos sabemos humanos y sabemos que estamos juntos, no aislados o solos, ni en roles impostados.  Somos personas que nos encontramos para escuchar profundo y con una sensibilidad fina; para preguntar no en busca de informaciones sino para comprender y generar reflexiones inéditas; para aportar.

¿Cómo cerramos el proceso terapéutico?

Cuando cerramos la sesión lo hacemos dándole espacio a la palabra del otro, el consultante, a lo que rescata, valora y precisa, a lo que se lleva de la sesión; preguntamos sobre lo que quisiera o precisa abordar en la siguiente sesión y nos despedimos con confianza por lo generado en conjunto.

Luego, a modo de aprendizaje y reflexión, nos preguntamos sobre nuestros aprendizajes en la sesión, lo que reconocemos como positivo en nuestro aporte y lo que podríamos mirar distinto (el uno al otro y a uno mismo); nos interesa saber en qué nos tocó la historia relacional, qué nos conmovió, qué nos impactó, qué aprendimos de los consultantes, de sus recursos y fortalezas, de su historia y contextos relacionales.

Al finalizar cada sesión nos acompañamos, como colegas, en la reflexión profunda sobre lo sucedido y nos planteamos qué nos hubiera gustado hacer de otro modo, qué nos faltó, qué quisiéramos preguntar o cómo nos gustaría hacerlo, que nos habría gustado preguntar, decir o hacer distinto. 

No damos nada por hecho, no suponemos.  También nos cuestionamos, nos decimos en qué podemos ser con los otros de manera asertiva, lo que consideramos que puede ser de otra manera, solidaria, respetuosa, claramente. Nos preguntamos desde esta ética relacional: ¿Podríamos hacer en conjunto algo más, una diferencia significativa que contribuya a crear una conexión profunda, un nuevo significado a la propia vida? ¿Cómo contribuir con nuestras preguntas a desanudar los nudos relacionales, que oprimen la vida de las personas?

En coterapia, no es uno u otro el protagonista, los que protagonizan los procesos son los consultantes; los terapeutas los acompañamos en su proceso, confiando en las personas y en los procesos. Nos sentimos cómodos y libres, trabajando desde el construccionismo social, que invita a una postura crítica, e involucra la curiosidad acerca de las diferentes maneras en que podemos hacer las cosas, involucra una actitud de creatividad y apertura.

Todo lo que hacemos y decimos, es algo que hacemos y le damos sentido en la relación. Por ello, lo que nos invita a pensar es: ¿Si trabajamos con la gente, podemos ver qué es lo que la gente necesita? Porque tenemos la responsabilidad de preguntar los puntos de vista de los otros y tener confianza en las relaciones, en las personas y en su capacidad y derecho de elegir y decidir por sí mismos.

Reiteramos lo que consideramos podría ser una brújula en este viaje conjunto:

Las preguntas de la pragmática reflexiva, en este diálogo transformador llamado terapia (válidas en la investigación relacional dialógica), son:

  1. ¿Aportan?
  2. ¿Importan?
  3. ¿Son útiles?
  4. ¿Qué es lo distinto, transformador y significativo que decimos y hacemos conjuntamente?            
  5. ¿Cómo podemos cuidar nuestras relaciones, de manera que podamos crear conjuntamente vida, vida significativa?
  6. ¿Cómo utilizar estas ideas, no solo para liberarnos, sino para que sean útiles para la sociedad?
  7. ¿Qué sucedió, ¿cómo se dieron las relaciones que generaron transformaciones?
  8. ¿A qué clase de futuro puedo contribuir?


 Como nos invita a hacer, Kenneth Gergen: "Necesitamos formarnos en el futuro".


viernes, 15 de noviembre de 2019


Investigación Relacional Dialógica (III)
Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
                       Diego Tapia Figueroa, Ph.D.  y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
(noviembre, 2019)


«Habla también tú...»

Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.


 (Paul Celan)


El diálogo como primera opción en la construcción de la ética relacional (*)

En la sociedad contemporánea, que ha devaluado la palabra a puro exhibicionismo, a puro marketing, cuando no a la queja victimista o a la culpabilización chantajista e irresponsable, el tipo de diálogo transformador llamado terapia es, en sí mismo, por la complejidad del proceso de interpelar lo no dicho, profundamente político y ético. Hacer investigación relacional dialógica en una sociedad como la ecuatoriana es un desafío complejo: una sociedad brutal y criminalmente clasista con injusticia social legitimada; con un racismo abyecto contra indígenas y afroecuatorianos; con un discurso cínicamente patriarcal para el sometimiento y la exclusión; con maltrato y abuso permanente, cruel e injusto hacia los niños; con gobiernos corruptos e ignorantes; con la miseria humana propuesta como modelo de ser exitosos. El diálogo en estos contextos es urgente, al generar la construcción conjunta de significados y la pragmática social necesaria para transformar las condiciones sociales inequitativas e indignas y los contextos relacionales opresivos, esto es en sí mismo transformador, como proceso dialógico, que nos permita coconstruir una vida que merezca ser vivida con alegría.

Cuando orientamos nuestro mundo de una manera relacional, transformamos nuestra visión del mundo y nuestro entendimiento relacional, creamos una diferencia cultural que genera bienestar colectivo.  Al dialogar distinto entendemos que el significado de la vida está entretejido en la relación que construimos con los demás y que cuando aportamos en las relaciones podemos desarrollar nuestras experiencias significativas. La perspectiva construccionista construye la percepción como consecuencia de la relación de colaboración conjunta.

Sheila McNamee, (2015) puntualiza que: “Las preguntas éticas y políticas son: ¿podemos abrir en nuestras relaciones con las personas discursos de posibilidades, en vez de discursos de opresión y represión? ¿La ética relacional puede atender las cuestiones personales, y a la vez atender las cuestiones políticas, sociales, económicas?”

La ética relacional está concebida como una ética de potencial discursivo, ya que vivimos en discursos de los que, con frecuencia, no estamos conscientes, que son los discursos dominantes.  Vivimos en un mundo relacional que se construye socialmente a través de la coordinación de personas. El diálogo transformativo nos introduce a una ética relacional en la que nos posicionamos con nuestros recursos como imaginando futuros posibles (también políticos), siendo críticamente reflexivos de nuestras propias voces interiores y de lo que estamos haciendo con otros, coordinando nuestra multiplicidad, hablando desde nuestra historia, de nuestras vidas, al contrario de hablar desde nuestros valores y creencias abstractos.

La ética relacional puede mirarse como esta sensibilidad humana en las relaciones (el estar presente con el otro) para comprender a las personas en un diálogo comprometido, que nos hace corresponsables de cuidar juntos las relaciones. Porque es en este diálogo que reside el interés en la construcción de nuevas maneras fructíferas de conexión entre quienes conversan distinto, lo que tiene que ver con la ética relacional: ¿qué construimos juntos que signifique bienestar?; ya que esta pregunta explica la forma en que se entiende la ética desde las posturas socioconstruccionistas.y guía lo metodológico en los encuentros con los coinvestigadores (las personas con las que dialogamos para una determinada investigación).

Ser significa relacionarse en diálogo con otros

Bajtin (s.f.) sostiene, en su trabajo sobre Dostoyevski, citado por Walter Zitterbarth (2013), que:

Ser significa relacionarse en diálogo con otros.  Cuando el diálogo cesa, todo cesa.  Por tal razón, en principio el diálogo no puede y no debe cesar.  En las novelas de Dostoyevski, todo confluye en el diálogo como punto de encuentro, en la oposición dialogística como centro.  Todo es medio, el diálogo solo es el objetivo.  Una voz individual no termina ni decide nada.  Dos voces son el mínimo de la vida, el mínimo del ser. (Zitterbarth, 2013, p. 95).

El diálogo significa que dos personas están interconectadas. Es mirar el campo relacional que se organiza cuando uno está vinculado al otro, porque en la medida en que nos conectamos se generan nuevos aspectos para la compresión, se producen nexos para desarrollar nuevas formas de colaboración.  Es en este espacio y contexto relacional, con un nivel reflexivo, en donde las palabras de uno de los interlocutores cobran sentido por la relación-conexión que establecen con las palabras del otro interlocutor.

El lenguaje es lo que nos permite ser y nos construye; es en el diálogo vivo que la vida habla. Al relacionarnos dialógicamente nos construimos socialmente.  Solo el diálogo abre las posibilidades de encontrarse, respetuosamente, con la diversidad y de que el otro sea un genuino interlocutor porque es en esta acción con los otros - el diálogo- que el ser existe.

Sheila McNamee (2012), nos dice: 

Diálogo, desde el construccionismo social, es usado como asociado siempre con transformación social generativa, no conectaríamos el diálogo a algo que no sea generativo o de abrir posibilidades (…) Creamos un espacio donde la gente pueda poner realmente atención a las maneras en que ellos están creando juntos y entendiendo; y, también, que creamos un espacio en el que la gente pueda curiosear acerca de las diferencias. Eso no quiere decir que el diálogo resuelva el problema o que las personas lleguen a acuerdos, sino que las personas son invitadas a nuevas formas de entender las diferencias: y eso, es realmente de lo que se trata el diálogo.  

La coordinación, a través de diálogo generativo, de procesos que posibilitan relaciones participativas, inclusivas y colaborativas implica una actitud fundamentalmente proactiva; reconoce y estimula las capacidades de los participantes y afronta la complejidad de los diferentes contextos culturales, locales, con un sentido de esperanza.  El diálogo, es una pregunta sobre lo nuevo; significa que es profundamente creativo y moviliza, por ejemplo, en la terapia, los recursos de los consultantes promoviendo, desde la curiosidad, un sentido de innovación y exploración productiva, para entender las diferencias.

Porque la cuestión sigue siendo: ¿Qué estamos creando juntos, para generar las posibilidades de un presente con las condiciones relacionales éticas y políticas, que signifiquen equidad, justicia, responsabilidad, dignidad? ¿Cómo nos conectamos a través del diálogo, para crear posibilidades de futuros distintos, respetuosos de los derechos humanos y de los compromisos sociales y relacionales de sus participantes?

El diálogo es pragmático, es acción en el mundo

El terapeuta e historiador Paolo Bertrando (2011, p. 5) afirma: "(...) habitamos en mundos diferentes y necesitamos el diálogo -necesitamos entrar en la difícil lucha que es el diálogo mismo- para que esos mundos se comuniquen entre sí".

Frente a la homologación contemporánea, el conformismo imperante y la complaciente repetición de lugares comunes, lo realmente importante es proponer conversaciones reflexivas sobre aquello que las personas, en su cultura, consideran como necesario, bueno y válido; reivindicar la legitimidad de lo distinto, de que estos mundos, desconocidos y extraños, nos enriquecen, siempre y cuando seamos capaces de poner nombre a las dificultades, contradicciones, antagonismos, sin temer que el diálogo (que no es para forzar acuerdos) profundice la alteridad, a la vez que es la única posibilidad de legitimación de esos mundos distintos; mundos que se reconocen y comparten un proceso de conocimientos y aprendizajes que los recrean, les dan consistencia, y les permiten tener vida propia.

Buscamos involucrarnos en las relaciones comprometiéndonos con ellas, lo que significa cuidarlas.  Esto (ser relacionalmente reflexivos) conlleva la invitación a que todas las personas con las que trabajamos (en investigación, en terapia) puedan participar activamente en un proceso relacional. McNamee (2015): “La falta de balance, de ser iguales en la relación, no es ética. Así como el no mirar los asuntos políticos, económicos y sociales que nos rodean. Como dice Foucault: los discursos dominantes existen porque nosotros hacemos que existan”.

Al conversar reflexivamente y mantener la conversación de forma significativa, generamos comprensión creando el contexto para la corresponsabilidad en el proceso relacional.  Al invitar, con un diálogo respetuoso y con buen humor, a desafiar el discurso dominante, es posible comenzar a abrir otras alternativas impensadas, inéditas. Optamos por cuestionar las maneras jerárquicas tradicionales de relacionarse, de conversar, los estilos de vida en los cuales hay quienes tienen el poder y privilegios y deciden lo que deben vivir los demás. Cuestionamos esas jerarquías en las que se imponen creencias, teorías, categorías, prácticas, verdades y perspectivas.

El diálogo tiene una dimensión pragmática, el diálogo es acción en el mundo. Y es con el diálogo que podemos desarrollar una reflexividad crítica.  Diálogo que abre ese mundo al darle sentido. Diálogo que cuestiona cada monólogo, todo monólogo del poder, que evidencia su mistificación y al preguntarse la legitimidad de su unilateralidad, enfrenta su hegemonía, generando alternativas culturales y sociales de lo deseable, de lo posible.

Siguiendo la reflexión de Edgardo Morales, (2014) la pregunta no es si algo es cierto o no, sino en qué mundo queremos vivir, y qué posibilidades abre ese mundo.  Morales, recordando a Gergen, afirma: “En los diálogos construccionistas la atención pasa del actor individual a las relaciones coordinadas”. Morales, sostiene: “futuros alternos pueden ser imaginados y diseñados y nuevos escenarios y formas de relación pueden ser iniciados en la vida cotidiana”.

Procesos enfocados en lo que sucede “entre” los coinvestigadores

No es lo más importante el que yo descubra algo que no sabía (o, que, tal vez no sabía que sabía), sino la oportunidad de -conjuntamente- prefigurar las posibilidades relacionales nuevas, potenciando la capacidad de interrogarnos con honradez humana e intelectual, de sostener con consistencia esta búsqueda y de resistir (porque de resistir a todas las formas de poder abusivo, también se trata) desde la imaginación y la creatividad.  Despertando, recuperando y movilizando nuestra mutua capacidad para asombrarnos.
 Diálogo aquí es entendido como procesos interactivos dinámicos que ocurren en las conversaciones, teniendo claro que el foco está en el potencial de las múltiples perspectivas traídas para estas conversaciones, que pueden ser reflexionadas y articuladas, ampliando las posibilidades de acción (…) Según la aproximación construccionista social, el diálogo invita a la diversidad, en el que las distintas formas de entender y de tomar una realidad son siempre bienvenidas (…)  En el diálogo, el interés reside en la conformación de formas fructíferas de conexión entre los participantes. (Camargo-Borges, 2014, p. 353).

El diálogo significa un nexo, una conexión, un movimiento a favor de la relación, una manera de estar con los otros gracias a las conversaciones; abriendo un espacio para la polisemia y para que las múltiples voces, con sus propias posiciones, puntos de vista y perspectivas, se comprometan en estas conversaciones, propiciando la reflexión crítica que permita elegir las formas útiles para actuar relacionalmente.

Al ser el diálogo una invitación a la diversidad, se reconoce el derecho de que cada protagonista narre su historia en primera persona, comparta sus recursos, entre en conversación con las otras diferentes historias y aprenda y se enriquezcan mutuamente con la potencia transformadora de sus fortalezas convertidas en recursos positivos y constructivos para la acción contextualizada que les ha permitido logros y resultados en favor de sus comunidades.

Según Dora Fried Schnitman (1998): “Esta perspectiva permite preguntarse sobre los conceptos de “verdad”, “objetividad”, “realidad”. Subraya una posición ética fundada y enraizada a la vez en la responsabilidad por nuestras construcciones del mundo y las acciones que las acompañan.” (p, 27).

La posibilidad que se genera de comprender nuestras responsabilidades en las construcciones de los mundos sociales y de cuán consecuentes somos en nuestras prácticas fundan y promueven una auténtica y genuina posición ética en las relaciones. Los principios y valores que guían a las personas, están relacionados con las acciones, siempre y cuando den respuestas a las necesidades culturales y sociales de quienes participan en un contexto concreto conversacional, porque son invitaciones a formar nuevos tipos de relación.

Procesos enfocados en lo que sucede “entre” los coinvestigadores: “(…) cuando nos involucramos en esta investigación relacional, acabamos creando el futuro.”
(Sheila McNamee, Red TAOS de investigación relacional, 2016).

¿Esto sirve; es útil a los demás?  

El ubicar lo relacional en el centro del contexto nos lleva a poner el foco en lo dialógico que nos permite ver y mover los procesos de interacción.  Así, comenzamos a hacer algo distinto y a coordinar las nuevas posibilidades con las personas, como una manera de construir alternativas -otras perspectivas- para ser con los otros en el mundo.  Es el intercambio colectivo y comunitario lo que nos permite entender las acciones, los discursos y las relaciones en las que estos se basan. Con esto, abrimos un espacio para que las múltiples voces que son silenciadas e invisibilizadas, participen de la conversación y enriquezcan este diálogo relacional.

En la investigación, sumar perspectivas como la deconstrucción es enormemente enriquecedor para ampliar el proceso de entretejer. Deconstruir significa mantener una actitud de duda necesaria y permanente, una distancia crítica y una relativización con respecto a las creencias culturales como la verdad, las jerarquías, los discursos, posibilitando el compromiso con la búsqueda de nuevas visiones -otras- para promover el encuentro con lo inesperado, en deconstrucción permanente de lo establecido por la cultura y la sociedad. Deconstruir no significa estar en contra de todo o destruir sino poner de manifiesto lo que circula implícitamente y no se percibe para, luego, ver cuáles son los supuestos y, en consecuencia, ampliar las perspectivas.

En las conversaciones con los coinvestigadores podemos preguntar:

¿qué tipos de sentido y significados nos surgen en estas formas de interrelación que estamos construyendo?  Pensando el diálogo como una forma de relacionarnos, porque el transformarse implica entrar en una relación y compartir un propósito.  Se suman otras preguntas: ¿Cómo podemos participar en eso que es novedoso? ¿Estamos construyendo juntos algo distinto? ¿Es un diálogo constructivo? ¿Vamos creando posibilidades? ¿Cómo nos gustaría expresarnos de una manera que nos permita decirles a los otros quiénes somos? ¿Qué recursos identificamos que hemos utilizado en este encuentro? ¿Cuáles son las palabras que necesitamos para abrir posibilidades relacionales en este espacio? ¿Qué utilidad puede tener el diálogo generativo y la práctica colaborativa en este contexto concreto? Es una posición, una forma de vida y de relacionarnos que permite que los otros tengan un lugar: ¿Esto sirve; es útil a los demás?

Concebimos nuestro trabajo no solo como “estar” con el otro, sino “estar presente” con el otro. Con una actitud atenta hacia los procesos relacionales y con una sensibilidad muy alta con respecto a aquello que entendemos como positivo, reconociendo qué parte de responsabilidad tenemos en los conflictos, crisis o dilemas que nos aquejan y buscando, a la vez, cómo contribuir para generar alternativas frente a esos conflictos, crisis o dilemas.

¿Cómo generar espacios para que la investigación sea relacional?

Varias de nuestras respuestas coinciden en esto: escuchando más profundo lo que se viene del contexto de cada participante; lo hacemos facilitando un proceso de investigación relacional que significa que estamos en conversación y relación. La investigación desde esta postura está siempre orientada a que surja algo distinto, a que deje algo que sea útil, creando espacios conversacionales interesados en lo diferente, en lo inusual, creando algo nuevo y comprendiendo que la colaboración es establecer una relación no jerárquica.

Cuando potenciamos los recursos y lo que significaban y generan en las relaciones estamos valorizando la necesidad de transformación en esas relaciones, a la vez que invitamos a un posicionamiento para construir con otros, para generar transformaciones sociales.  Estas nuevas maneras de ver, de abrir otras perspectivas, de construir distintos significados, generan aperturas y posibilidades que experimentan los participantes en la investigación y que integran en su propia vida.

En palabras de Kenneth Gergen (2016, p. 538):

Ser responsable de las relaciones es sobre todo sostener el proceso de creación conjunta de significado. En la responsabilidad relacional evitamos el narcisismo implícito de los llamamientos éticos para “cuidar del yo”. También evitamos la división yo/el otro fruto del imperativo de “cuidar del otro”. Cuando somos responsables de las relaciones abandonamos la tradición individualista y el cuidado de la relación se vuelve lo principal.

Al elegir el camino de la investigación relacional nos enfrentamos a retos diferentes a los que se ve abocada otro tipo de investigación.  Por ejemplo, a la necesidad de comprenderla como productora de transformaciones en los contextos relacionales que participan en proceso. En el diálogo, el interés reside en la conformación de formas fructíferas de conexión entre los participantes, un viaje en el que comparten su conocimiento local, el valor de su propia cultura y las reflexiones que dan sentido a conversaciones creadoras de diferencias constructivas.

Un construccionismo social que nos sirve para interesarnos en conocer, en comprender y entender el cómo vivimos en una red de relaciones con los otros, con sus diversidades, especificidades culturales y contextuales, en un devenir del ser con el otro en continua metamorfosis.  El construccionismo social y las prácticas colaborativas y dialógicas en procesos de investigación (y de terapia) son una manera de abrir el horizonte de los sentidos relacionales. Con esta perspectiva hemos ido comprendiendo que es fundamental resaltar la creación de significado activo, la importancia que se da a los cambios de perspectiva y al lenguaje en el proceso de creación de significado.

Buscamos nuevas maneras de ser con nosotros y con los demás, nuevas formas, genuinas y auténticas, de ser en la relación con el otro.  La perspectiva construccionista social se dirige al reconocimiento de los recursos relacionales, de las fortalezas y habilidades que se generan en las interacciones sociales; en el que el sentido del contexto que se innova tiene que ver con el elegir conversar, dialogar, conectarse con el otro, para caminar juntos, estar con los demás de maneras diferenciadas, legitimando las diferencias, aceptando la diversidad (abrazando la complejidad).  Eligiendo, finalmente, las relaciones que construyen futuros sociales comunes.

(*) Basado en la Tesis (2018) de DTF, para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE.

viernes, 1 de noviembre de 2019


Investigación Relacional Dialógica (II)
Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
                       Diego Tapia Figueroa, Ph.D.  y Maritza Crespo Balderrama, M.A.
(noviembre, 2019)


“Amor es más que la sabiduría:
es la resurrección, vida segunda.
El ser que ama revive
o vive doblemente.
Minero del amor, cavo sin tregua
hasta hallar el filón del infinito.”

 (Jorge Carrera Andrade)


Curiosidad con reflexión (*)

Las ideas sobre investigación que surgen en las perspectivas ortodoxas modernistas-positivistas (sobre todo en ámbitos académicos y científicos dominantes y tradicionales), con su ideología de esencias y verdades únicas, tienden a privilegiar el análisis e interpretaciones del experto; a elegir las encuestas, instrumentos y los formatos estereotipados para recopilar información unilateral; sacar conclusiones cuantitativas que confirman lo que plantean sus hipòtesis rígidas y sus teorías absolutas; continuar repitiendo que existen verdades generalizables válidas para todas las personas, verdades científicas universales aplicables en todo contexto, cultura, época.

Se trata de una cosmovisión estandarizada, fija y dogmática, que está convencida que la forma de hacer investigación científica -correcta/superior- es desde la perspectiva cuantitativa/modernista o la cualitativa/modernista, como modelo de lo que se puede y debe hacer y de lo que no.  Con tecnicismos banales e inútiles sostiene su credibilidad y respetabilidad académica y profesional. Esta manera de investigar propone un recetario reduccionista con pasos a seguir; formatos, protocolos, hojas de ruta con un eterno “deber ser” incuestionable.

Investigaciones hechas para inflar hojas de vida, escalar laboralmente, competir y ganar medallas de omnipotente experto que conquista más poder y privilegios. Investigaciones que pocos o ningunos leerán, que a nadie importa; se archivan y olvidan. Funcionales al estatu quo. Ecos normativos de un pensamiento filosófico, político y social muerto. Con un lenguaje para la domesticación, el disciplinamiento, el conformismo social, la subalternidad y la vulgarización cínica de los significados funcionales al poder. Investigaciones sin curiosidad, sin preguntas nuevas, sin respeto, creatividad ni imaginación, sin espíritu crítico ni ética relacional y vacías de potencia poética y transformadora.

Un hecho consecuente con la ambición por triunfar y mandar es el comercio establecido para publicar. Revistas indexadas con tarifas ad hoc según el tipo de refrito que se quiera publicar o hacer como que se ha publicado. Un nombre o una lista de nombres, que nada hicieron, excepto pagar el porcentaje estipulado. Luego podrán dar clases de investigación científica, dirigir tesis o proyectos, ser autoridades académicas y medrar. Es lo que hay en la periferia y en esta sociedad. Y, sin embargo, sigamos con lo que confiamos pueda aportar la diferencia…

En el construccionismo relacional en la investigación, se habla de que la investigación es un proceso de transformación experimentada por todos los participantes. Se invita a los otros a una actitud de "curiosidad con reflexión“.

La investigación desde el construccionismo social es una práctica reflexiva en la que investigar es preguntar para ampliar, procesar y entender lo que se va haciendo juntos.  Para aprender de lo que hacemos y de lo que podríamos hacer distinto.  Lo que nos interesa en el proceso es el conocimiento práctico, que sirva y sea útil para todos los participantes en su específico contexto de cultura local.

Apegados a lo sucedido en las conversaciones expuestas en estas páginas, no tendría sentido plantear conclusiones que "cierren" puertas, sino explorar y sugerir procesos de construcción de vida en común, potenciando los recursos que tienen las comunidades, para desarrollar posibilidades relacionales, nuevas reflexiones críticas, diálogos colaborativos, narraciones inéditas y lenguajes creadores de mundos posibles.

La investigación como diálogo, como conversación que responde a relaciones y situaciones específicas

La investigación tiene también la potencialidad de invitar al diálogo transformativo, si se le concibe como parte de la poesía social (...). Por tanto, la investigación es también ella misma una forma de conversación, lo que es lo mismo otra forma de diálogo y con ella -al igual que en toda actividad comprometida con la relación- se describen nuestros mundos.  Uno puede representarse el mundo solo en el lenguaje, es decir, en aquello que hacemos en conjunto.

Concebir la investigación como actividad poética, significa enfocar la tensión en la investigación como diálogo, es decir, como conversación que responde a relaciones y situaciones específicas, y puede por consiguiente ampliar el espectro de posibilidades e ideas para otras formas de vida social. (McNamee, 2013, p. 108).

La investigación investigación es un proceso de construcción social guiado por el diálogo que va articulando y dando significado, por lo tanto, no tiene objetivos predeterminados (salvo el que está relacionado con facilitar las conexiones sociales, las conversaciones significativas, reflexivas y transformadoras) sino que responde, pragmáticamente, a las necesidades de los participantes y al contexto de la cultura local.

La perspectiva que aporta Kenneth Gergen (2016), nos permite comprender la apertura y flexibilidad de esta postura:

Yo opino que terapeutas de casi cualquier escuela –desde psicoanálisis a meditación Budista– pueden aportar recursos importantes para permitir a los consultantes escapar del auto-tormento aislado. Todos pueden afirmar al individuo como participante válido en el mundo social, en contraposición a tratarlo con desconfianza o ignorarle. Todos pueden establecer una relación de cuidado que contribuya a la ventaja especial de la terapia por encima de otras formas de responder a la desviación. Y al mismo tiempo son variaciones fantásticas de cuánto de la dispersión privada del paciente será afirmada y legitimada en la conversación. (p. 434).

Las preguntas planteadas buscan iniciar un proceso de diálogo colaborativo, que permitirá ampliar las redes de relaciones y comenzar a superar el desconocimiento conceptual y práctico, desplegando y ampliando alternativas creativas.

El seguir con los otros, conectados y en relación 

Como nos explica Celiane Camargo-Borges (2014, p.347):

La epistemología dialógica del construccionismo social se interesa por la creación de prácticas conversacionales que puedan construir caminos posibles para que las personas sigan juntas. Se interesa por la utilización de un discurso no persuasivo, sino uno que pueda ser compartido, para que no se cierren las conversaciones, sino que se abran nuevas posibilidades inclusivas para estas conversaciones.

Es elegir un lugar distinto para la creación de lo distinto, una posición dialógica capaz de generar acciones-prácticas conversacionales en la construcción de nuevos caminos orientados a la creación conjunta del bienestar con los demás y a decidir, responsablemente, el seguir con los otros, conectados y en relación.  Seguir juntos, en un discurso respetuoso con la alteridad, la diversidad y la multiplicidad, la polisemia; un discurso que se compromete con el otro como forma de compartir lo significativo, desde una curiosidad y apertura que inicie conversaciones en lugar de restringirlas, que incluya todas las voces en nuevas conversaciones transformadoras.

Son los coinvestigadores  -constituidos por la investigación como una comunidad de aprendizaje colaborativo- el que lleva el proceso a un nivel distinto al que comenzaron. Donde no podrían haber llegado de forma individual (niveles poéticos). Comprendiendo que, desde sus contextos y con una actitud curiosa; coordinando las diversidades y multiplicidades; movilizando recursos con una actitud innovadora, flexible y con perspectiva, se producirán los cambios.

Existe una intención ética y política de este estilo de investigación, junto al proceso de construcción conjunta de prácticas y significados transformadores.  Porque lo ético y lo político atraviesa todas las interrelaciones en las que participamos y la elección del socioconstruccionismo, al entretejer estas conexiones, invita a una manera de ser ética y políticamente consecuentes con la construcción en conjunto de otros futuros, que signifiquen contribuir al bienestar de las comunidades locales.

La metodología utilizada en la investigación construccionista se sostiene en el análisis dialógico

La conversación colaborativa requiere compartir, confiar y participar activamente para crear un significado. Cuando uno escucha activamente a otro, fluye la conversación y se hace significativa para los interlocutores.

La manifestación de esta multiplicidad y complejidad es lo que se busca potenciar en los encuentros con los coinvestigadores que darán como resultado un documento que aporte y construya lo distinto.

En palabras de Tom Strong (2003): “Colaborar significa mantener lo que decimos o hacemos muy cerca de lo que plantea el consultante, y mucho menos de lo que establecen nuestras teorías” (p. 134).

Entre los objetivos del proceso de investigación está crear y entretejer conexiones relacionales, confianza, curiosidad y respeto recíprocos entre todos los participantes. Este respeto, se relaciona además con la voluntad de enriquecer la sensibilidad humana, con un lenguaje de afecto entre los interlocutores. Algo complejo, porque, como ya se dijo, conlleva niveles de reciprocidad; es decir, buen trato, gentileza, aprecio, autenticidad, aceptación de las diferencias.

Desde esta perspectiva se entiende que lo relacional es la base de todo lo social y que es de allí de donde surgen los significados que permitirán comprenderse para desarrollar nuevas construcciones para la acción coordinada, movilizando todos los recursos que nutren las conversaciones, preguntando si hay otras maneras de concebir el futuro, de generar alternativas que permitan estar juntos en un mundo social complejo que se hace propio porque se lo transforma conjuntamente.

Harlene Anderson invita a reflexionar sobre lo que, según sus palabras, explica en este texto publicado en español en el 2012, acerca del significado de la transformación: “El cambio o transformación se genera en el lenguaje, es parte del proceso participativo de comprender y está lleno de incertidumbre y riesgo.” (p. 4). Son los diálogos creativos y distintos, las conversaciones guiadas por la conexión con los otros, los que contribuyen en la construcción de esa forma de ser colaborativos, que expande las posibilidades relacionales y generan mundos futuros impensados.

El carácter de experto de un terapeuta estriba en su capacidad para crear y facilitar espacios y procesos dialogísticos.  El foco de la responsabilidad está en las formas de relaciones que invitan a estos procesos y los amplían.  El foco no está en el contenido.  Lo decisivo en esta expertez yace en la posición que asume el o la terapeuta.  Esta posición se describe mejor como una postura filosófica -un modo de reunirse, de reflexionar juntos, y de hablar con las personas con las que trabaja un terapeuta.  Se trata de una postura caracterizada por una manera de obrar auténtica, espontánea y natural.  Mediante esta actitud, tono y posición, se le está diciendo al otro: "Yo te respeto", "Tú tienes algo valioso que decirme" y "Yo quisiera oírlo"" (Anderson, 2013, p. 64).

Es una investigación para producir transformaciones en los contextos relacionales que participan en la investigación

Es en el proceso relacional que se da la transformación mutua, como sugiere el construccionismo social.  “En efecto, los construccionistas intentan comprender la comprensión de las cosas y, al hacerlo, ofrecen herramientas o discursos que se pueden utilizar para muchos propósitos (...) La metáfora del construccionismo como un gran paraguas bajo el cual hay lugar para cobijar todas las formas de crear la realidad, e incluso, para acoger la aparente realidad del construccionismo en sí mismo.” (Gergen y Gergen, 2011, p.108).

Es la importancia de pensar críticamente los propios supuestos teóricos y la necesidad de abrir el panorama a las otras maneras de conceptualizar y comprender la investigación.
Relacional, significa que es una investigación para producir transformaciones en los contextos relacionales que participan en la investigación. Y, tenemos claro que es un proceso que jamás se termina, se trata de un proceso de diálogo infinito.

Esta postura sostiene que el conocimiento tiene sujeto y ese sujeto tiene voz. McNamee (2012) reflexiona acerca que los marcos de confiabilidad son más la consistencia interna y la legitimación de la comunidad lingüística, que la visión de causa efecto y la exactitud de la muestra.

En las interacciones cotidianas con otros, se construye la realidad relacional en la que las comunidades y personas viven. Para el construccionismo se trata de la acción común, o qué hacer juntos y lo que constituye su hacer. El construccionismo afirma que la utilidad de la investigación está en la generación de potenciales de acción que crea junto con la crítica reflexiva a la que invita a los participantes.

Grandesso (2014) sostiene que, como terapeuta construccionista social y de prácticas colaborativas y dialógicas, existe una clara comprensión de la importancia del diálogo como el contexto para la transformación; por ello, el diálogo (metodológicamente) se organiza a partir de la propia conversación.  Y esta forma de estar con es lo que abre las posibilidades de que sean diálogos creativos e innovadores, prácticas dialógicas transformadoras.

- En quince días, ampliaremos el sentido y la importancia del diálogo para la investigación relacional.


(*) Basado en la Tesis (2018) de DTF, para el Ph.D. con la Universidad Libre de Bruselas (VUB) y el TAOS INSTITUTE.