Josep Seguí: colaborar con la persona a recuperar
su derecho a la palabra
Consorcio Relacional y
Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Dr. Diego Tapia Figueroa Ph.D. y
Maritza Crespo Balderrama MSc (noviembre, 2018)
“Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne
(trad. en 2007, p.588)
Consorcio Relacional y
Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Josep Seguí es un
socioconstruccionista español (visiten su blog); apasionado por el
conocimiento, un generoso generador de procesos críticos de reflexión, libre de
los dogmatismos en cualesquier ámbito, y sin duda, una buena persona.
Compartimos un resumen de sus valiosas respuestas a esta entrevista que le
hicimos.
1) Si las prácticas posmodernas (socio
construccionismo y prácticas colaborativas y dialógicas-generativas)
contribuyen al bienestar de la humanidad, ¿qué se transformaría, qué sería
distinto?
JS: Creo
que lo que se transformaría en el lenguaje es fundamentalmente que sería más
tentativo; menos categórico. El lenguaje solo puede ser relacional porque solo
puede tener sentido en el diálogo. No existe un lenguaje monológico; no hay
posibilidad de un discurso, de una forma de hablar, individual. Así, la
tentatividad se convierte en el eje fundamental del diálogo. Ya no se trata de
convencer al otro de nada, sino de intentar abrir nuevas posibilidades para
nuevas conversaciones.
Una
postura posmoderna, construccionista social y relacional y colaborativa y
dialógica no niega la realidad de los problemas sociales en el sentido
tradicional. Lo que trata es de buscar nuevos sentidos a esos problemas y, por
tanto, nuevas posibilidades. Como he defendido en otros lugares “… la
institucionalización del conflicto tiene que ver con la legitimación del Poder.
Sin ejercicio del Poder no existe Conflicto” (Seguí, 2016, pág. 228). El
conflicto, la violencia, el malestar emocional, la injusticia y así son
originados, fundamentados y legitimados por las instituciones y estas son la
mayor y mejor expresión de lo social.
La
ética solo puede ser concebida como relacional y colectiva; como el cuidado de
nosotros mismos. La pregunta ética en esta situación posible es: ¿qué valores
se hacen presentes y necesarios justo aquí, justo en este momento? ¿De qué
justicia estamos hablando ahora? ¿De qué igualdad? ¿De qué más estamos
hablando? ¿Cómo es que nos hacemos estas preguntas? Vivimos en mundos de
significados (Bruner, 1990; Gergen, 1994), no de realidades absolutas. Así, no
existiría LA ética; más bien las éticas locales y situadas que significan algo
para quienes las construyen y las usan.
La
terapia es un compendio de todo esto.
Cuantas más voces, mejor; cuantas más historias, narraciones y
conversaciones, más terapia. Sería una terapia de la intención, el sentido y la
acción (Seguí, 2015). Intención, sentido y acción que ayuden a la recuperación
de la palabra arrebatada por las instituciones. Ninguno de los conocidos como
“problemas”, “trastornos” o “enfermedades” mentales tienen su base en lo
bioquímico, si no en lo relacional. Se produce un deterioro de lo relacional en
cuanto que se prohíbe a la persona decir según qué, se le roba la palabra, como
digo.
Todas
las personas, en mayor o menor medida, padecemos a lo largo de nuestras vidas
esos robos de la palabra. Y todas y todos tenemos recursos sociales y
culturales para recuperarla. Cuando somos jóvenes nos quitan la palabra porque
somos jóvenes. Si somos mujeres porque somos mujeres. Si somos hijos por eso. Y
si somos viejos por eso también. Y así sucesivamente. Pero siempre hay otros
lugares a los que ir para recuperar nuestra palabra de jóvenes, mujeres, hijos,
viejos o ve a saber qué. El asunto es que a veces no somos capaces de encontrar
los lugares de recuperación de la palabra y necesitamos ayuda (Seguí y Olivé,
2015, pág. 57). La función del terapeuta
sería, entonces, colaborar con la persona en apuros emocionales a recuperar su
derecho a la palabra mediante los recursos oportunos. ¿Dónde están esos
recursos? Justamente en lo histórico/cultural.
La
polivocalidad, inspirada por el semiólogo ruso Mijaíl Bakhtin (1934-1941). La polivocalidad nos invita y nos conduce a
hacer presentes todas las voces como portadoras, precisamente, de historia y
cultura. Historia y cultura que ya no son lineales; son rizomáticas (Deleuze y
Guattari, 1988). Aparecen y desaparecen a gusto del consumidor; pero también
según sus necesidades. Si necesitamos un futuro responsable las voces se harán
presentes.
2) ¿Si pudieses elegir 3 aportes de
personas importantes y significativos del campo socio construccionista y de las
prácticas colaborativas y dialógicas, cuáles serían y por qué razones?
JS: De
Gergen me ha atraído siempre su aporte acerca del multi-ser relacional. Esta idea de la hipersaturación -y
consecuente destrucción- del Self, de la identidad monolítica individual, es un
gran paso hacia el reconocimiento de la polivocalidad histórico/social y, por
tanto- personal que acabo de reivindicar como posibilidad para una construcción
responsable del futuro. Ya no somos actores románticos individuales a merced de
ideales supremos y trascendentes -o no tanto; como sí que lo seríamos en el
actual sistema individualista salvajemente capitalista-. Somos conglomerados
multi-identitarios colectivamente relacionados y coordinados. El propio Ken
aporta una interesante reflexión sobre lo que él llama “La Tercera Cultura”
(2011); es decir, ni la tuya ni la mía, sino una nueva extrañamente entrelazada
entre el mí y el otro; entre “mi” comunidad (que no es mía) y “tu” comunidad
(que tampoco es tuya). ¿Qué hacemos con
esto? ¿Cómo lo hacemos? Como el propio Ken dice, estas preguntas están
seguramente mal planteadas. El asunto sería: ¿qué es lo que NO estamos
haciendo?
Harlene
Anderson, "being collaborative is a political statement" (“Ser
colaborativo es una declaración política "). El uso de la palabra queda a
la disposición y también bajo la responsabilidad de quien habla, quien
consulta, por ejemplo en terapia. Ya no hay un terapeuta, maestro, experto o
gurú que dice a los demás lo que tienen que hacer para vivir una vida digna; es
la propia persona quien se responsabiliza de una vida colectiva.
Si
Sheila McNamee: El aporte de la presencia radical implica un modo de estar en
terapia (y no solo en terapia) diferente a todo lo que estábamos acostumbrados
hasta la aparición de las primeras ideas construccionistas. La presencia
radical significa siempre, en cualquier momento y lugar, seas quien seas y
hagas lo que hagas. La colaboración es
incondicional, radical en palabras de Sheila. No es cuando se puede o cuando se
requiere. Es siempre. Radicalmente siempre. Es una actitud que se hace presente
constantemente con el otro. Con el otro…
Withness…Me
permito tocar solo de pasada este cuarto aporte de John Shotter (ver, por
ejemplo, 2012). Tiene que ver con el concepto witness (testigo, observador).
Desde la propuesta de Shotter, aquí no se es un observador externo de nada. Se
es con el otro; se habla con el otro; se hace con el otro,… Las fronteras entre
el mí y el otro quedan diluidas y fundamentan esa presencia radical en el
nosotros.