Prevención de
abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes (parte I)
Consorcio Relacional y
Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)
Diego Tapia Figueroa, Ph.D. y
Maritza Crespo Balderrama, MSc. (abril, 2019)
“Si queremos
proteger la vida sobre esta Tierra, podemos hacerlo cuestionando la peligrosa
ceguera actual en todo lugar donde se halle ante todo, en nosotros mismos…Dondequiera
que mire encuentro el mandamiento de respetar a los padres y en ninguna parte
un mandamiento que obligue a respetar a los hijos.” (Alice Miller)
La
investigación sobre el abuso sexual a niños, niñas y adolescentes demuestra que
las estadísticas de este crimen tienden a aumentar año tras año en el Ecuador: 4
de cada 10 niñas y niños son abusados sexualmente. El 85 % de los abusadores
sexuales, están en la misma casa de la víctima o son muy cercanos a su familia. Suelen ser: padre, madre, padrastros,
abuelos, tíos, primos, hermanos mayores, mejores amigos de la familia, curas,
pastores, profesores, médicos, empleadas domésticas, vecinos de confianza,
personas con “autoridad” y poder. Las probabilidades de abuso sexual se duplican
en familias con alcohólicos o adictos. Las víctimas de abuso sexual, son, de
sexo masculino (47%) y de sexo femenino (53%). La edad de los abusadores, en
mayor porcentaje: de 18 a 25 años (55%); y de 31 años en adelante, los
restantes.
Se
define el abuso sexual a menores como la actividad encaminada a proporcionar
placer sexual, estimulación o gratificación sexual a un adulto, que utiliza
para ello a un niño/a, aprovechando su situación de poder. Consideramos además
que existe abuso sexual cuando se dan las circunstancias de asimetría de edad
entre víctima y agresor, lo que supone una diferencia de aproximadamente cinco
años; cuando existe asimetría de poder, pues el abusador es el que controla o
tiene algún tipo de autoridad con respecto a la víctima; cuando aparece
asimetría de conocimientos pues se supone que el que abusa utiliza su astucia,
y cuando existe asimetría de gratificación. Las formas más comunes de abusos
sexuales a menores son: el incesto, la violación, la vejación y la explotación
sexual.
Algunos
de estos comportamientos por parte de los agresores pueden consistir en exhibir
sus órganos sexuales, tocar, besar, o manosear a los menores, conversar con
ellos de forma obscena, exhibir películas pornográficas o fotos, hacer fotos de
los menores desnudos, inducirlos a realizar actividades sexuales o eróticas,
etc., todo ello con el objetivo de obtener una gratificación sexual abusiva.
El
abuso sexual constituye una violación criminal de los derechos y de la dignidad
de una persona. En el abuso sexual no nos encontramos frente a nada que tenga
que ver con la esfera de la sexualidad. La sexualidad es un momento de
encuentro placentero entre dos personas que se gustan mutuamente. El abuso
sexual es solo una manifestación de fuerza y de maltrato, con la que el agresor
trata de demostrarse a sí mismo, o a los otros, el propio poder.
Muchas
personas creen que porque el niño o niña no habla sobre lo ocurrido, ya lo ha
olvidado. Es importante decir que el abuso sexual no se olvida jamás y lo que
en apariencia parece haber sido olvidado, en realidad queda
"guardado" y marca la vida futura. El trauma por el abuso no “daña”
irremediablemente; lo que daña al niño o adolescente abusados es la falta de palabras,
de diálogo y de afectos en el trato familiar diarios. La clave reside en la
conexión, los afectos, en la solidaridad y éstos, en el contexto humano.
La
negligencia, uno de los factores preponderantes para que se dé el abuso sexual,
es la forma más grave y frecuente del maltrato físico, emocional, psicológico y
existencial. El abuso está protegido por la ley del silencio y por la
negligencia, que mantienen al abusador en la impunidad y silencia a las
víctimas. Cuando los “testigos” también deciden mantener el silencio cómplice,
el sistema abusivo se mantiene y perpetua, pudiendo quebrarse solamente cuando
los “testigos” rompen la ley del silencio. Sabemos que un niño o niña
maltratados o abusados sexualmente pueden sobrevivir sin traumas si no se le
culpabiliza, si se le acepta como un ser humano que al igual que los demás,
merece respeto, protección, legitimación, confianza, afecto sincero, y al ser
niños, amor, aceptación y apoyo incondicional.
Pautas generales de prevención:
- Lograr
que los niños/as adquieran seguridad y confianza. La investigación demuestra
que los niños a los que se golpea, maltrata, humilla, descalifica son más
propensos a sufrir abusos sexuales. El maltrato, la ausencia de diálogo, los
insultos y castigos disminuyen la seguridad y confianza, y hacen que luego sea
más difícil la defensa de sus derechos.
- Los
niños menos propensos al abuso son aquellos con los que se conversa y
reflexiona, los que se sienten amados, comprendidos, protegidos, respetados,
aceptados. Si el niño se siente amado no caerá fácilmente ante conocidos que
simulando el afecto que necesita, abusen de él.
- · Evitar toda forma de agresión (ej. tirar el pelo, o golpear, sacudir o hablarles de formas humillantes: “tonto”, “inútil”, “bruto”, “ignorante”; gritar, insultar). No verlo ni verse como víctima pasiva de abuso sino como alguien cuyo derecho ha sido violado (Convención de los Derechos del Niño, ONU).
- · Hay que hablar cotidianamente sobre sus derechos. Preguntar y escuchar sin interrumpir, sin criticar ni juzgar. Preguntar para comprender y acompañarlos con amor y respeto, con ética relacional, en su devenir.
- · Educarlos en el respeto por el cuerpo ("mi cuerpo es mi territorio"), de sí mismos y el de los demás. Enseñarles a los niños a cuidar su cuerpo. Los límites adecuados. Enseñar el pudor. No exhibirse desnudos o desnudas frente a los niños o niñas. Enseñar a reconocer los diferentes tipos de caricias. Las caricias legítimas son castas (significa, sin carga erótica). Las caricias abusivas a niñas, niños y adolescentes tienen una carga erótica; imponen la ansiedad sexual del abusador; quiebran el ser del otro, ese otro distinto, que merece respeto a su intimidad e integridad.
- · Hablar con precisión sobre lo que es el abuso sexual: “Nadie puede tocar ni besar tus partes íntimas: tu boca, tu pene o vagina, tus nalgas, tu ano; y nadie puede pedirte que toques o beses sus partes íntimas. Nadie debe dormir en tu misma cama, o llevarte a la suya”. Es incestuoso dormir en la misma cama con niños o niñas, besarles en la boca, acariciarles de forma no casta, hacerles promesas que los confundan: “nos vamos a casar; eres mi novia o novio; etc.”.
- · Aprender a decir NO; a poner límites, sea quien sea. Enseñarles que hay secretos que no pueden quedar como secretos, por ej.: que alguien quiera acariciar sus partes íntimas. Los niños deben saber que hay personas que los aman y los protegen. El amor, el respeto y la protección equivalen a tratarlos como personas, como iguales, a interesarse genuinamente en escuchar su propia voz y tomarlos en serio.
- · Que confíen en su intuición: “si te sientes incómodo, sal de ese lugar, no te quedes con esa persona, corre.” Reiterar que hay secretos que no pueden quedar como secretos (cuando generan miedo, vergüenza, malestar).
- · Hay que explicarles cómo puede darse el abuso sexual; en qué condiciones y especificarles qué es un abuso sexual. Agregando que eso es un crimen y que no se debe hacer; y, que si ha pasado se debe decir para que no quede en la impunidad (y, obviamente, se debe buscar ayuda terapéutica urgente).
- · Si pasó algo grave, lo fundamental es creerle al niño o niña, validar su palabra, desculpabilizarle; decirle: “te voy, o vamos, a apoyar, a sostener, a proteger, a amar; no vamos a dejar en la impunidad este crimen.” Decirlo y cumplirlo, ser consecuentes con nuestro compromiso y responsabilidad.
- · Decirle a la persona víctima de un abuso sexual: “no eres culpable, no eres responsable de lo que pasó; no tienes ninguna culpa; has sido la víctima de un acto cruel, injusto e inhumano. El único culpable, el único responsable es el criminal que te abuso”.
Por su propia seguridad, darles informaciones claras
y concretas a los niños, sobre cómo prevenir el abuso sexual y qué hacer si ha
sucedido, esto es tan importante como enseñarles a protegerse del fuego, las
drogas o de los automóviles al cruzar la calle. La falta de información
responsable, y las informaciones basadas en los mitos sociales y los temores de
los adultos, son las que asustan y dejan desprotegidos a los niños.
Es necesario, apoyar el que los niños desarrollen
sus capacidades críticas, que aprendan a discernir, a darse cuenta, de tal
forma que estén en grado de moverse, frente a una situación de incomodidad,
para no quedarse como víctimas, actuando, por ejemplo así: “Digo NO. Escapo, grito,
corro a contarle a alguien de confianza que me pueda proteger; tengo derecho a
decir, a contar mi historia”.
Es básico: que los niños, niñas
y adolescentes se sientan autorizados por los adultos a decir todo; y lo que necesitan
es que los adultos les crean y cumplan con este ofrecimiento.
Decirle: “me
puedes contar todo; nada de lo que me digas me va a asustar o hacer enojar contigo;
me digas lo que me digas, jamás dejaré de quererte, de protegerte y de creerte.
Nada de lo que me quieras contar me hará abandonarte o rechazarte. Eres mi hijo
o mi hija amada, te acepto como eres: te creo siempre, puedes confiar en mí y
confiar en que yo te voy a cuidar y proteger”.