viernes, 22 de marzo de 2019


Inicio, desarrollo y cierre de procesos terapéuticos (tercera parte)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa Ph.D. y
 Maritza Crespo Balderrama MSc. (marzo, 2019)

Este es el motivo por el cual valoro esta breve frase: “No sé”. Es breve, pero vuela sobre poderosas alas.”   (Wislawa Szymborska)

En esta tercera, y última parte, queremos incluir breves ejemplos sobre la pregunta desde la tentatividad y el diálogo sostenido en el “no saber”; en un proceso democratizador, sin el poder jerárquico de expertos dueños de verdades y esencias.

Partamos diciendo que la tentatividad implica no sostener la sesión terapéutica en la certeza, detentada por los terapeutas (nosotros, además, trabajamos en coterapia) y el conocimiento teórico de cómo hacer. Ser tentativos es, fundamentalmente, darle respeto, valor, importancia y credibilidad a la palabra, vivencia y experiencia de quien viene a nuestra consulta, como único conocedor o conocedora de sus “verdades y realidades”. 

En ese contexto, toda pregunta, toda palabra, toda opinión que hacemos es, justamente eso, solamente una opinión que busca, entre otras cosas, promover y legitimar la opinión, la palabra y la pregunta del otro, sobre su propia vida y su contexto.

Terapeuta MCB: Me pregunto si a partir de lo que acabas de contar, ¿parecería que estás buscando algo, es eso lo que quieres expresar?

María: No sé si estoy buscando algo, lo que quisiera es que pudiéramos encontrar el espacio para hablar de lo importante para nosotros como pareja.

Terapeuta MCB: No sé si comprendo, me lo puedes explicar: ¿Qué significa esto que dices María, qué es lo importante?

María: Solo hablamos de lo que es urgente en cuanto a la familia.  De nuestras cosas no.  Solo aquí él dice algo y cuando yo he querido hablar no parece que me entiende.

Terapeuta MCB: Juan ¿Qué estabas pensando, qué diálogos internos tenías, mientras escuchabas a María?

Juan: Sí tiene razón, no tenemos tiempo, los dos llegamos cansados a estar con los hijos, pero si quiere hablar podría decirme ella algo.

Terapeuta DTF: ¿Podría, Juan, tal vez, decirnos: si usted también está en un proceso de búsqueda, y si fuese así que es lo importante para usted buscar y cómo se conectaría con la relación de ustedes?

Ver, cada ocasión, cada terapia con cada consultante, como oportunidad para poner en juego preguntas hechas desde esta posición de tentatividad y “no saber”, promueve, con entusiasmo, una manera de conversar abierta a buscar otras perspectivas para comprender las acciones que los consultantes desarrollan en sus contextos de pareja y familiares. Esta postura de no saber, requiere que se suspendan los discursos profesionales y personales dominantes para poder abandonar estereotipos prematuros. Hemos elegido confiar en el proceso en lugar de pretender controlarlo, optando por el conversar desde la curiosidad, con una sensibilidad relacional, conectándonos para poder acompañarlos en un viaje que nos lleva a horizontes impensados, nuevos.  Y es un viaje en el que hemos estado siempre en movimiento, nunca hemos llegado a un final. También por esto ha sido un viaje transformador.

La humildad conceptual, que reconoce y acepta no únicamente el “no saber” propio, la profunda ignorancia que nos acompaña, e incluyen la validación y la valoración positiva de las preguntas de los otros, sus dudas y sus alternativas, lleva a la humildad práctica para acompañar estos diálogos sobre recursos propios (la humildad se nutre de curiosidad genuina).

Terapeuta DTF: María, si usted describiese el tipo de relación que le gustaría vivir con Juan ¿Cómo sería; en que se diferenciaría de la que tienen ahora?

María: Una relación en la que pudiéramos recuperar el encuentro que teníamos juntos antes de que todo pasara.  Cuando podíamos hablar y yo sentía que me escuchaba y que eso le importaba.

Terapeuta MCB: Puede parecer raro que pregunte esto, sin embargo me da curiosidad para comprender: ¿Qué hacías distinto cuando pasaba esto que cuentas?, ¿cómo eras tú entonces?

Veamos un breve intercambio con Juan:

Terapeuta DTF: Juan, escuchándolo, me viene a la mente, que da la impresión que usted siente que no se valora lo que hace o sus intenciones: ¿es así?, ¿qué es lo que usted esperaría, qué le gustaría escuchar de María o que haga ella?

Juan: Exactamente. No me siento valorado, siempre hay un pero, nunca es suficiente, todo son quejas y reclamos.  Quisiera que ella pudiera reconocer algo de lo que hago de positivo.  Y, también que disfrute y deje disfrutar de lo bueno que tenemos.

Terapeuta MCB: Juan, ¿Es así? Debe ser difícil entonces, para ti, poder conversar con tu pareja. Si pudieras ubicar tres cosas que quisieras que escuche María, sobre ti, ¿Cuáles serían?

El construccionismo social, es una postura que contextualiza la forma de practicar la terapia, de interrelacionarse en los diferentes contextos sociales. Se podría tomar el riesgo de decir que casi todos los modelos de psicoterapia son un recurso válido para el terapeuta socioconstruccionista, a condición que se los conciba como un conjunto de metáforas y orientaciones tentativas, limitadas histórica y culturalmente, y no como una ciencia acabada que impone conceptos y una sola forma "correcta" de intervención. Una perspectiva construccionista social para la práctica de la terapia, significa una postura en la cual la realidad, en cualquiera de los sentidos complejos que le dan los seres humanos, nunca se encuentra ahí afuera de un modo inmutable, independiente de nuestras formas de conocerla.



Dora Fried Schnitman sostiene:


Para el terapeuta la pregunta es cómo construir alternativas en situaciones aparentemente cerradas (cómo promover soluciones creativas que construyen nuevas realidades). Y: El desafío es la creación de lo que no existe aún, más allá de las posibilidades disponibles, a través de la generación de un diálogo -interno y externo- transformador.


(Ver “Diplomado en perspectiva y práctica profesional generativa”- http://www.fundacioninterfas.org/capacitacion/?p=3295):

Lo hacemos con los Diálogos Apreciativos que son la búsqueda cocreativa del potencial, de lo mejor de las personas, los equipos, las organizaciones y los sistemas en los que se encuentran. Es una conversación reflexiva. A través de preguntas significativas, se narra las experiencias exitosas del pasado; se relatan las historias positivas del presente; se cuentan las posibilidades que se desean construir conjuntamente para el futuro. El proceso necesita participación, democracia, buen humor, flexibilidad (y están presentes los sueños de cada uno), valorando lo que sí funciona, e imaginando lo que podría ser. Preguntándonos: ¿Qué aportamos de distinto en este contexto local? En este proceso relacional: “promovamos creatividad, participación, reconocimiento, aprendizaje, reflexión e innovación”. Una manera de vivir juntos en el mundo, conscientes de que no podemos ser sino a través del diálogo.

Hay la necesidad de una dimensión ética y política responsable: asumir una postura crítica con respecto al statu quo existente; a las construcciones culturales opresivas; a una sociedad que busca homologar y silenciar las diferencias, una sociedad cruel e injusta. No podemos encubrir el hecho que en el mundo “psi”, cada vez hay más y más comerciantes cínicos y explotadores abusivos y carentes de ética, cuyo único interés es sacar dinero de sus consultantes, manipularlos, crear dependencia, enseñarles a vivir siguiendo su recetario de lugares comunes estandarizados.. La terapia no está para hacer “el trabajo sucio” del Estado y las instituciones (la familia, la iglesia, la educación, la policía) y darles coartadas ideológicas; no está para imponer el conformismo social y justificar a quienes mantienen un poder jerárquico abusivo; ni para anestesiar y tener como zombies a los “problemáticos”; ni para impedir poner palabras al dolor; ni para censurar el deseo de libertad; ni para contribuir al control social, ni a domesticar o “normalizar” o mantener en una posición de subalternidad a los distintos, a los inteligentes y los rebeldes.

Es claro: sin pensamiento crítico, sin justicia social, sin que se genere equidad y dignidad, sin transformaciones sociales para la construcción del bienestar común, es más de lo mismo. Podría ser útil que como terapeutas nos preguntemos y respondamos con honestidad: ¿A qué es lo que más miedo le tenemos? ¿Cuáles son los recursos y fortalezas que reconocemos en nosotros? ¿Tenemos vida propia y satisfactoria fuera del trabajo?

Según Harlene Anderson (2017), en esta terapia es importante asumir una postura orientada a la acción:

  • Trata cada relación como si fuera única
  • Asume la responsabilidad de invitar relaciones colaborativas (contexto) y conversaciones dialógicas (proceso)
  • Esto le permite al consultante ser el centro de atención
  • Ofrece preguntas, opiniones, percepciones y sugerencias como una forma de participar en la conversación y de manera tentativa
  • Evita asumir o entender demasiado rápido, mantén la postura de un aprendiz curioso
  • Mantén una conversación dialógica contigo mismo como un primer paso hacia el diálogo
  • Mantén la indagación dentro de los parámetros de la agenda del consultante
  • Ofrece simultáneamente ideas múltiples y contradictorias
  • Utiliza un lenguaje coherente
  • Piensa, escucha y habla de manera responsiva, asertiva 

Fragmento de una sesión de cierre del proceso de terapia:

Terapeuta MCB: ¿Pueden pensar un momento de aprendizaje, una reflexión distinta, que se van a llevar de este proceso que ahora concluimos?

María: Cuando me di cuenta de que soy corresponsable de lo que sucede en mi relación con Juan. Me llevo la pregunta que nos hicieron: ¿Qué podríamos hacer de distinto, cada uno, para construir la relación de pareja que nos gustaría tener?

Juan: El darme cuenta, reflexionando entre los cuatro, de los mandatos culturales que tenemos. Aprender a diferenciar lo que nos oprime culturalmente y nos roba la vida que queremos.

Terapeuta MCB: ¿Para qué te está siendo útil esta conversación que estamos haciendo?
Juan: Para confirmar lo que hemos logrado con María, para mantenerlo.

María: Me ayuda a recuperar la confianza y la esperanza en la pareja y la familia que hacemos con Juan.

Otras cuatro posibilidades de cierre con estas preguntas abiertas: 

Terapeuta DTF: 1. Me preguntaba: ¿Si nos volviésemos a encontrar en tres años: qué sería distinto en su relación, cómo se imaginan que será la relación entre ustedes? 2. ¿No sé si les gustaría escuchar nuestra opinión personal de cómo los vemos a cada uno, nuestra percepción sobre las fortalezas de cada uno de ustedes y de su relación y sus contextos relacionales? (Lo que les decimos, resalta sus fortalezas y recursos; les decimos nuestros aprendizajes de sus experiencias y reflexiones)

Terapeuta MCB: 3. ¿Qué no sirvió, que no ayudó de este proceso? ¿Qué les habría gustado profundizar o desarrollar más? ¿Qué les ha aportado el diálogo con nosotros, qué les ha sido útil, qué les ha servido de este proceso? 4. ¿Si llegasen otras personas con asuntos parecidos a los que ustedes han traído y enfrentado aquí: qué nos sugerirían decir y hacer, qué piensan les podrían servir y ser útil a esas personas?

Sheila McNamee (2018) sostiene: 

Es producir algo en la relación que tenga sentido para todos los involucrados…La ansiedad de hacer “lo correcto”, impide que estemos radicalmente presentes en la relación y darnos cuenta de lo que realmente pasa, porque estamos demasiado preocupados en hacerlo “bien”…Construir, como terapeutas, una relación que sea significativa para el consultante y que le aporte para encontrar y construir otras relaciones significativas…Deberíamos ser capaces de actuar de la misma manera en la responsabilidad profesional que en nuestra vida completa; ser capaces de comprometernos y de invertir tiempo en las relaciones…Dejar de pensar en aquello que no se puede hacer y comenzar a pensar en lo que sí se puede hacer…No engancharse en lo que no se puede, sino mirar las posibilidades y cómo crear posibilidades…Estar radicalmente presentes con nosotros para reconocer nuestros límites y estar radicalmente presentes para reconocer las posibilidades de crear espacios dialógicos donde sea posible.
Al cerrar y decir adiós, nos damos (surge espontáneo) un abrazo de despedida con los consultantes. Hay que decir, que cuando cerramos un proceso de terapia, podemos ir ese día (solo los dos coterapeutas), de ser posible, a tomar un helado, una cerveza o un café; y, por supuesto, hablamos de otros temas.


Nota: Esta serie de tres artículos, gracias a su interés, tendrá un epílogo en quince días.

viernes, 8 de marzo de 2019


Inicio, desarrollo y cierre de procesos terapéuticos (segunda parte)

Consorcio Relacional y Socioconstruccionista del Ecuador (IRYSE)

Diego Tapia Figueroa Ph.D. y
 Maritza Crespo Balderrama MSc.(marzo, 2019)

Todo lo que hago, lo hago con alegría.” Michel de Montaigne

Al concluir la primera sesión de un proceso terapéutico, también podemos preguntar de manera tentativa (transcribimos literalmente fragmentos de una terapia de pareja, de este mes de enero):

Terapeuta (MCB): Me preguntaba: si este proceso que ahora comienzas, llegase a su fin, en el tiempo que tú lo consideres necesario y si tuviese éxito: ¿en qué lo notarías; cómo sabrías que sucedió y lograste lo que esperabas?

María: Que recuperaría la confianza en mis decisiones; que ya no tendría tanto miedo de vivir y de decirle a Juan lo que necesito de él. Que dejaría de sentirme culpable por todo.
Juan: Que volvería a disfrutar de mi relación con María. Podría decir lo que siento aunque no le guste a María. También dejaría de sentirme culpable de todo.

Terapeuta (MCB): ¿Tal vez, quieren recuperar la confianza en la relación y en lo que decida cada uno; afrontar sus miedos y culpas, atravesarlos, vencerlos; poner palabras en la relación; tener una voz propia en la relación y hacer que se escuche y respete. ¿Algo así? ¿Entendí bien; esto es lo que quisieran lograr en este proceso?

María y Juan: Sí. Es esto.

Terapeuta (DTF): Bueno, confiamos en acompañarlos a reflexionar distinto, a construir juntos otros significados en su relación, en este proceso. ¿Tal vez, quieren regresar la siguiente semana, quieren continuar y comprometerse con su proceso de terapia?
María y Juan: Sí.

Antes de describir lo que con frecuencia podría suceder desde la segunda sesión en adelante, debemos comentar que la respuesta positiva que tuvo la primera parte, con peticiones de desarrollar el tema, ampliarlo y reflexionar más sobre esto nos compromete en darle continuidad (será una serie de tres partes) y compartir otras ideas y posibles maneras de sostener una práctica terapéutica capaz de hacer, aquello que Harlene Anderson (ver: Harlene, conversaciones interrumpidas. Harlene Anderson. Rocío Chaveste y ML Papusa Molina, compiladoras. 2019 Taos Institute Publications/WorldShare Books), plantea:

…mi cambio en pensar y hablar sobre la postura filosófica. Por años dije que es una forma de ser. Ahora me doy cuenta de que no es eso, son formas de ser y de llegar a ser. Este cambio gramatical aparentemente sutil atrae la atención a una noción de ser estático versus uno fluido. Nunca hay una manera de ser, existir y responder con otra. Nuestro ser está influenciado por tantas cosas y es único para cada encuentro. El ser debe ser plural. También agregué llegar a ser para significar aún más la naturaleza dinámica del ser. Siempre estamos en el camino de llegar a ser con el otro y con nosotros mismos…una forma especial de estar presentes, sintonizados y receptivos…”. (pág. 2)

Aprender a ser terapeuta es aprender a participar de la mejor manera posible en un proceso de expansión y creación de significados. La terapia para ser eficaz debe continuamente recrearse dentro del contexto de interacción. El terapeuta aborda cada consulta como una situación única, esto incluye lo que el consultante presenta y el posible resultado de la terapia. Desde esta postura, el terapeuta no provoca un cambio en el consultante, sino que ambos se van transformando a través de su interacción. A través de un diálogo transformador (eso es la terapia); comprendiendo que todo se mueve y viaja en el lenguaje, todo se construye y conecta con el lenguaje; el lenguaje nos hace devenir y ser preguntas, posibilidades, futuro.

Comenzamos la segunda sesión de terapia (y cada nueva sesión), preguntándoles: Terapeuta (MCB): ¿Cómo te sientes hoy, este momento, aquí? ¿Qué has pensado de distinto en esta semana, en relación a nuestra conversación anterior?

María: Que si me siento culpable no es porque haya algo malo en mí; tiene que ver con cómo nos tratamos Juan y yo; y que los miedos aumentan si no los enfrentamos.

Terapeuta (MCB): ¿Qué hiciste de diferente en estos días y que te gustaría contarnos? ¿De qué te gustaría hablar hoy?

Juan: Yo he pensado justo en mis responsabilidades, como ustedes nos dijeron, en lo no dicho entre nosotros. Sé que si quiero mejorar, sentirme mejor, debo hablar. Quiero que podamos comenzar a decirnos lo que cada uno necesita como pareja.

Terapeuta (DTF): ¿Qué cosas nuevas nota acerca de las relaciones entre ustedes y que antes no había visto?

Juan: Cuando María quería pelear conmigo, antes de reaccionar, como sabía hacer siempre, me dije: respira, tranquilo, escucha y no grites, no te escapes. Y, ella se tranquilizó y pudimos hablar.

Terapeuta (DTF): ¿Cómo logró hacer esto y cómo se sintió al lograrlo? ¿Qué significó para usted este logro suyo? 

Juan: Pensando antes de reaccionar. Me sentí en paz, sin miedo. Bien.

Terapeuta (DTF): María, qué piensa de lo que dice Juan. ¿Cuál es su percepción de esto que Juan describe?

María: Si, es cierto. Yo lo provoqué y como él no reaccionó como esperaba, eso me tranquilizó a mí. Después pudimos hablar con más calma. Aunque me he sentido muy triste.

Terapeuta (MCB): Si entendí bien (aunque estemos dos terapeutas, asumimos la responsabilidad de hablar en primera persona, con cada reflexión que realizamos) tú dices que te sientes triste: ¿Es así, entendí bien?

María; Sí; y no entiendo por qué.

Terapeuta (DTF: ¿Nos podría explicar: qué significa esa tristeza, cómo se manifiesta, qué le hace o le impide hacer esa tristeza? Ahora que ve esa tristeza de manera diferente: ¿Qué diría esta tristeza, que nos diría de usted, de las relaciones entre ustedes y de su vida actual?

Y, así, muchas interrogantes. Como ya lo mencionamos: la pregunta que hacemos se conecta con lo último que acaba de ser dicho por los consultantes. No tenemos una batería preparada de preguntas ni protocolos estandarizados a seguir. Son preguntas que genera la propia relación conversacional. Nos importa proponer preguntas que interpelan los nudos relacionales que oprimen a las personas y sus contextos; preguntas que se arriesgan (con respeto) a incomodar lo establecido.

La terapia, desde este paradigma, es un diálogo transformador...es la génesis intencional de significados y narrativas que puedan transformar la construcción de la experiencia de los consultantes mediante un diálogo colaborativo.” (Kenneth Gergen, 2011, pág. 75)        Especifica Gergen: “La habilidad del terapeuta radica más bien en saber cómo y no en saber qué..., en su fluidez dentro de la relación, en su capacidad de colaborar en la creación de futuros nuevos”.

PREGUNTAS Y CUESTIONES SIGNIFICATIVAS PARA LA TERAPIA CONSTRUCCIONISTA SOCIAL
¿Cómo conocer y encontrarse con una persona de la manera en que soy extranjero en su vida, y viceversa, y, que juntos, temporalmente puedan crear una manera de transformarse juntos?
La necesidad de tener tiempo para encontrar nuestras propias palabras: la necesidad de tener tiempo para que el otro encuentre sus propias palabras.
Encontrar la forma de estar con el otro, que invita a transformarse con el otro.
El reto es escuchar lo que los otros dicen, y valorar sus perspectivas, y hacer preguntas que vayan modificando el significado.
¿Cómo se crea una confianza genuina, no como objetivo estratégico, sino como condición de un vínculo relacional?
Abrirse a la oportunidad de no mantenerse igual; llevarme la posibilidad de convertirme en alguien distinto.
Dialogar con la pregunta, desde la complejidad; comprender que vivir significa también, aprender a vivir en la incertidumbre.
Reflexividad; creación de un espacio dialógico, donde se puede dar y recibir un NO, sin miedo de dañar la relación, sino, al contrario, como aquello que permite mejorar la relación.
Preferir quedarse con una visión amplia, con una conversación abierta.
Tener cuidado en lo que se está articulando como teoría, porque pueden pensar a la persona desde ese lugar.
Se convocan y movilizan un conjunto de recursos, de voces, con sus recursos; luego llega la incertidumbre, y no sabemos de dónde llegará el recurso necesario. Lo que es posible, en la medida, que nos movemos.

Es una terapia cuya herramienta principal son las preguntas, preguntas ni retóricas ni pedagógicas; son interrogantes, que abren posibilidades creativas, que expanden las posibilidades de interrelacionamientos responsables; con la consciencia de que las consecuencias de nuestras palabras y de nuestros actos, afectan a los demás. En palabras de David Epston: “Cada vez que hacemos una pregunta, estamos generando una versión posible de una vida”. Es una colaboración conjunta entre terapeuta y consultantes, para discernir con criterio, los múltiples cómo, que permitan atravesar los dilemas presentes; y, construir, como autores de su propia historia, una nueva vida relacional, basada en el respeto mutuo, el buen trato, la aceptación de las diferencias. Son preguntas que hacen sentir al consultante la sensación de ser invitado a una conversación, de pertenecer.

Cada encuentro terapéutico, nos cuestiona de formas distintas.  Es una conversación sobre aquello que importa a los consultantes, en el que intentamos ser la persona que nos gusta ser, y al mismo tiempo, ser capaz de ofrecer las condiciones, de cocrear el contexto relacional, para que los consultantes sean quienes les gustaría ser.  En un diálogo colaborativo que no teme enfrentar las complejas contradicciones de la condición humana, desde una mirada y una escucha que privilegia la responsividad, la responsabilidad, la continua y honesta interrogación sobre otros sentidos y significados, para contribuir a nuevos estilos de vida.

Tom Andersen dice: “Quiero hablar con la gente como no se han hablado a sí mismos o entre sí... No hablamos a los consultantes o para los consultantes; hablamos con los consultantes y hacemos cosas con los consultantes... ¿Cómo quiero ser con otros? Y ¿Cómo quiero que sean ellos conmigo? Hablar de modo diferente supone, entre otras cosas, escuchar de modo diferente. Quiero comprender y quiero ofrecer comprensión.”

Menos relatos sobre lo que pasó y más comprensión encarnada. Menos atención a lo que cuentan que sucedió antes, y más atentos a lo que se está viviendo con la gente aquí y ahora, con y sin palabras. La terapia es también confrontar a favor del proceso del consultante; “perturbar” (introducir diferencias significativas que movilicen otras reflexiones, y los recursos del consultante), perturbar el sistema relacional -si es cruel e injusto-. El perturbar es introducir complejidad e incertidumbre, cuestionar lo establecido, ampliar la cosmovisión, generar alternativas responsables, con creatividad. Es importante desafiar la incongruencia de los consultantes: permitirles hacer consciencia de la diferencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Que se recupere el valor de las propias palabras, que se recupere la responsabilidad de los actos y sus consecuencias en los demás.

Al cierre de las sesiones, nos preguntamos cada vez uno al otro: ¿qué aprendí de importante para mí, de esta persona y sus fortalezas, de este contexto y cultura relacional? Hay que decir, que además de un buen café, una vez terminada la conversación y reflexionando sobre el proceso de coterapia, lo que nos gusta es compartir y disfrutar también, un chocolate ecuatoriano (dark); así la experiencia y el diálogo conversacional reflexivo, saben mejor.